Jorge Balboa Garnica, uno de los cuatro españoles perdidos en Tailandia y de los que no se tenía noticia, reapareció ayer sano y salvo en una zona poco afectada por el maremoto del pasado 26 de diciembre. Aún se desconoce el paradero de otros tres españoles que se hallaban en ese país cuando se produjo la tragedia.

Balboa, de 44 años, residente en Madrid, se puso en contacto con la Embajada de España en Tailandia desde la playa de Ao Nang, en la provincia de Kravi, al sur del país. En declaraciones a la agencia Efe relató que hasta ayer no consiguió hablar con sus familiares porque "los sistemas de comunicación dejaron de funcionar". Balboa manifestó que la zona donde se encuentra apenas sufrió las consecuencias del maremoto y la gente está "bastante tranquila". Añadió, además, su intención de proseguir viaje por Tailandia antes de regresar a España dentro de "unas semanas".

Los padres de Manuel Perdiguero, un joven alicantino herido en Tailandia, seguían ayer sin poder hablar con su hijo, pese a que el Ministerio de Exteriores les informó hace dos días de que había sido dado de alta en un hospital de Bangkok.

Desde el confort y la seguridad de su casa de Vilagarcía de Arousa, José Padín Abal y su esposa Pía revivieron ayer para Efe su experiencia. El matrimonio se encontraba de visita en la región de Khao Lak (Tailandia), donde reside uno de sus hijos, y en el momento del maremoto paseaban por la playa de Phang-Nga.

VIGILAN A LA HIJA DEL REY La presencia policial esos días en la zona era muy grande porque allí pasaba sus vacaciones la hija del rey de Tailandia. "De repente la policía empezó a pedir a la gente que saliese del agua señalando al horizonte donde sólo se veía una gran ola y el mar cubierto de espuma", afirmó Padín. "Al ver tan cerca la catástrofe huimos hasta un edificio en construcción". Cuando regresaron a la playa la gente corría enloquecida. "Logré sacar a un niño del agua y a dos mujeres pero otra se me escapó de las manos". "Fue el peor día de mi vida", aseguró Padín en otro momento.