Mirar al pasado con la vista puesta en el futuro. Este es el objetivo final que persigue el congreso internacional de arqueología que arrancó ayer en Mérida, organizado con motivo de la celebración del centenario del comienzo de las excavaciones arqueológicas en la ciudad. Un año, el 1910, en el que de la mano de Maximiliano Macías y José Ramón Mélida comenzó a desenterrarse la vieja Augusta Emerita, transformando para siempre el devenir de una ciudad condicionada, para lo bueno pero también para lo malo, por estar construida sobre un yacimiento que cien años después continúa arrojando importantes hallazgos.

No es fácil encontrar una ciudad capaz de congregar en un mismo congreso a más de 70 ponentes, entre los que se encuentran grandes figuras internacionales de la arqueología e investigadores que trabajan a diario en Mérida, para poner en orden todos los conocimientos que se tienen sobre un mismo yacimiento desde la prehistoria hasta la edad media.

El resultado de este encuentro, que comenzó ayer y que se desarrollará hasta el sábado, supondrá un antes y un después para la arqueología emeritense. Pero no solo para conocer más y mejor sobre la ciudad, sino para establecer las líneas de investigación necesarias para que el patrimonio emeritense siga saliendo a la luz y se mejoren las formas en las que este legado se relaciona con sus propios habitantes y con sus visitantes.

El acto inaugural celebrado ayer en el Centro Cultural Alcazaba contó con la presencia de todas las instituciones que han participado en la organización de los actos del centenario. Estuvo el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara; el alcalde de Mérida, Angel Calle; así como el vicepresidente de la Asamblea, Luciano Fernández. También asistió el presidente de la Cámara Municipal de la localidad portuguesa de Evora, que ha participado a través de un programa transfronterizo. Pedro Mateos y José María Alvarez, directores del congreso, actuaron como anfitriones. Patrick Lerroux fue el encargado de pronunciar la conferencia inaugural.