Los ataques que reciben de forma continua los políticos son para debilitar al más pintado. Es una forma de vencer: acoso y derribo.

Las elecciones del próximo 25 de mayo van a ser duras: descalificadoras y bien orquestadas. Si la mismísima Sala de lo Penal del Tribunal Supremo considera que está por encima del derecho al honor la libertad de expresión y admite como bueno que se puede insultar, injuriar o calumniar entre políticos, todo se puede comprender.

De ahí que te llamen ladrón sin pruebas y que sea razonable, porque quien te lo dice es un político; es injusto que sea el privilegio de la clase política la que puede decir todo sin que le pase nada y un ciudadano de a pie el insulto, la injuria o la calumnia le pueda costar un ojo de la cara y parte del otro.

"Diputados y senadores gozarán de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones" . ¿No somos todos iguales ante la Ley? Por lo visto los señores diputados y senadores te pueden decir estafador y cornudo y se quedan tan campantes, si se lo dices tú le has pagado unas vacaciones en las Antillas de Centroamérica con todos los gastos a cuenta del ciudadano de segunda.

Y a más de un político le van a aplicar el artículo 71.1 cuando se ponga a tiro y se ha puesto desde el mismo momento que se presenta como candidato a la alcaldía de Mérida.

¿Cómo es posible que un ciudadano no se sienta libre por el hecho de ejercer su derecho a presentarse a unas elecciones sin que tenga que recibir un rosario de insultos y entren en una dinámica que sólo conlleva crispación y, como dicen la gente joven, "mal rollo"?

Todos los políticos, de cualquier ideología, por el hecho de presentarse a unas elecciones deber tener el reconocimiento ciudadano.

Recuerdo los anónimos que repartían en las pasadas elecciones.

Y los anónimos han vuelto a aparecer. Vamos con las mismas.