La fe mueve montañas. Lo dice el evangelio. Y Manuel Balastegui tiene fe, mucha fe, para creer que resolverá el problema del tráfico en Mérida. Ya he oído, ojalá sea sólo un rumor, que una semana, los funcionarios van a dejar los autobuses y van a venir cada uno en su coche. Dos o tres mil coches diarios más en Mérida. Tomarán la ciudad a la siete y media de la mañana. Una toma completa, como hicieron los ejércitos de Isabel la Católica en la batalla de la Albuera, junto al lago de Proserpina, de ahí que se llamara charca de la Albuera contra Juana la Beltraneja. Una de la más ferviente seguidora del Juana la Beltraneja era la Duquesa de Medellín, que me da a mi que, cabreada desde el otro mundo, nos ha mandado el camalote.

Y Balastegui, empeñado en que el tráfico es cosa de nada. Vamos, que en Navidad, fecha de la apuesta de la cena, tiene que pagar si no soluciona lo que prometió. Ya, como dejándose caer, dice que lo que ha dicho es que lo mejorará. Y Manolo que es muy suyo, no se baja de la burra y se empeña en que todo quedará solucionado.

Como lo de la carga y descarga. En la mayoría de las ciudades se hace en la mañana y si es tempranito mejor, pero no, Mérida es mañana, tarde y de noche porque no quieren. Han disminuido los aparcamientos de vehículos de los usuarios normales para que la carga y descarga tengan el tiempo suficiente y echar un cigarrito y tomarse una copa si les apetece; y cuando ya es lo hora de los demás, siguen allí porque nadie se lo prohíbe y están en su perfecto derecho. Esto está chupao Manolo pero tú pagas la cena. ¿O no?