El divorcio que hay entre el Ayuntamiento de Mérida y la Junta de Extremadura es conocido por todos. Ahora, con la nueva situación política, pueden cambiar muchos proyectos que se tenían para un determinado lugar e ir a otro, y se pueden conocer otras formas de actuación.

El PSOE ha pedido en repetidas ocasiones que el museo Visigodo, que se encuentra en la iglesia de Santa Clara, que fue iglesia, convento, escuela de niñas y teatro, se quede para otros fines que los actuales y sea reconsiderado como Museo Nacional de Arte Visigodo. Y sin que tenga que ser un anexo al Museo Nacional de Arte Romano. No tiene por qué.

El Consorcio de la Ciudad Monumental, con su nuevo director, Pedro Mateos, querrá renovar ciertas formas. No tiene que esperar de las decisiones de Madrid y del PP, sino que son de la misma cuerda política y esto puede favorecer y agilizar ciertas obras y ciertas posturas.

De ahí que, con el cambio político, el ayuntamiento y la Junta de Extremadura, tienen que ir juntos y de la mano: Si Juan Carlos Rodríguez Ibarra es el más valorado por los extremeños para tomar una caña, al margen de la caña coger la otra caña, la de pescar, que tanto gusta a Ibarra e irse Pedro Acedo con él para pescar y poner al horno el lucio o la carpa y tomarla juntos con caña y al lado de la caña. Todo lo demás: enfrentamientos, berrinches, envidias y malas formas, sólo nos pueden acarrear disgustos y negativas en proyectos que puedan repercutir en la ciudad.

Son muchos proyectos los que hay para Mérida si suavizamos ciertas posturas, si siguen cada uno por un lado de la acera distinto, desembocaremos en una ciudad crispada, con miedos y politiqueando hasta en los fideos de la sopa.

Mérida tiene un futuro prometedor por delante, no le pongamos nosotros mismos zancadillas.