Con la llegada del verano y las vacaciones escolares, los niños no tardan más de tres días en aburrirse en sus casas y caer en una monotonía que pasa por estar pegados a una pequeña pantalla táctil o un mando de una videoconsola, ya que las altas temperaturas extremeñas invitan poco a salir a la calle. Pero en Mérida los niños sí salen de sus casas. Gran culpa de esto la tienen los campamentos urbanos que se celebran, de nuevo este año, en cuatro fechas distintas en los colegios Dion Casio y Miguel de Cervantes.

El primero de los eventos comenzó el pasado lunes en las instalaciones del colegio Dion Casio, en Nueva Ciudad. «Estos primeros días de campamento han ido bastante bien, había muchos niños que se conocían del año pasado de este mismo evento y estamos muy contentos», asegura María José García, una de las monitoras de este campamento gestionado por el centro de ocio y tiempo libre Naturacción. Desde el primer día los niños saben que van a divertirse, además de ir a conocer a nuevos compañeros. Entre estos compañeros encontramos también personas con discapacidad, algo que los niños no ven en su día a día y que desde el campamento tratan para que estos sean uno más disfrutando de las actividades. «El primer día les estuvimos explicando al resto de niños lo que era la discapacidad y se lo han tomado muy bien, ayudan mucho y están siempre muy pendientes del resto de compañeros. Son los propios niños los que los acogen», asegura la monitora.

Un total de 41 niños, tres con discapacidad, disfrutan de estas actividades con un equipo de siete monitores aunque el año anterior la afluencia a este primer campamento fue mayor: «El año pasado teníamos 87 niños y con discapacidad había 6 o 7. Este menor número de niños se puede deber a lo tarde que se ha hecho este año. Los padres trabajan, el colegio se acabó el día 21 y muchos ya había buscado otras alternativas».

Un día de campamento completo es de todo menos agotador para los niños que siempre quieren más. Los jóvenes entran a las nueve de la mañana y desde el primer día tienen hecho su grupo con su monitor correspondiente con el que empiezan a realizar actividades. «El primer día estuvimos haciendo juego de presentación, de activación y también fuimos a la piscina, ya que que vamos los lunes, miércoles y jueves porque les encanta», sostiene María José.

También, cada día los niños se enfrentan a temáticas diferentes según comenta la monitora: «Hemos hecho el día del deporte y realizamos actividades que no suelen hacer normalmente como hockey, lacrosse, volley ball y baloncesto. También hacemos el juego de los continentes para hablar un poco de las clases sociales, de cómo haciendo el mismo trabajo según en qué continente vivas cobras un dinero o cobras otro para que se vayan concienciando de lo que es la vida».

Por otra parte, las actividades no están solo destinadas al ocio, también juegan un papel muy importante la inclusión, la prevención del tabaquismo y alcoholismo, la discriminación o la discapacidad, entre otros asuntos. «En las actividades para la prevención del tabaquismo y el alcoholismo vamos a proponer una yincana haciendo cosas con material que tenemos en casa haciendo similitudes. Por ejemplo, si fumamos se nos ponen los dedos amarillos, pues cogemos un plato con colorante alimenticio, escondemos algo y cuando lo tienen que sacar ya tienen los dedos amarillos», concluye María José. Quince días de ocio, aprendizaje y diversión para unos niños que son esponjas y están en plena edad de descubrimientos.