Las 23 personas que viven al día de hoy en el centro de transeúntes Padre Cristóbal de Mérida no tienen precisamente una historia de cuento, sino, en la mayor parte de los casos, un drama (intentan desintoxicarse de las drogas o el alcohol, esperan un piso tutelado...) que en este hogar para los llamados sin techo ayudan a que esa novela negra acabe en final feliz. Hoy se celebra el día de las personas sin hogar y trabajadores y voluntarios invitan a una chocolatada a los residentes y a quienes se acerquen para conocer cómo conviven estos ciudadanos llegados ya desde muy lejos de España.

Ayer, con la colaboración de la Escuela Municipal de Teatro, la Puerta de la Villa fue testigo de la lectura de cuentacuentos para recordar que todas las personas se merecen una vida digna.

Por este centro pasaron el pasado año medio millar de personas, la mayor parte de ellas están unos días, pero también las hay que llevan años porque "no tienen familia y aquí tienen su casa y llegan a considerar esta su familia", comenta Isabel, una de las cuidadoras de este hogar tan especial. Aquí tienen cubiertas todas sus necesidades, pero buena parte de estos acogidos desean estar fuera, porque eso significaría que tienen un trabajo y un techo propio en el que cobijarse.

Además, si alguien se da una vuelta por el edificio puede comprobar una realidad que también es palpable fuera de sus paredes. Cada vez son más los inmigrantes que llegan también a este centro, sobre todo rumanos y polacos, así como de distintos países africanos.