En casa todos somos del Atlético de Madrid. Sin excepción. Hasta mi mujer que no le gusta el fútbol. Mis hijos y mis nietos, que ya tiene hasta carnet.

No recuerdo desde cuando soy colchonero . De siempre. En La Zarza había mucha afición. Mi hermano José María es del Barcelona, tanto o más que Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

Del Atlético de Madrid se nace. De los demás, se hacen. Es así. Mis ídolos de los años cuarenta, cuando coleccionaba cromos, eran Domingo, Riera, Aparicio, Lozano, Silva, Mújica, Juncosa, Ben-Barek, Pérez Payá, César y Escudero. Hace más de cuarenta años me presentó de forma oficial el cura Pepe Barragán a Diego Lozano, mi ídolo del Atlético de Madrid. Nos invitó a hacer un ´Cursillo de Cristiandad´ en el colegio de Jesuitas en Villafranca de los Barros, desde entonces la amistad se consolidó.

Se celebró el centenario. Y perdimos con el Osasuna ¡Qué manera de palmar! Estamos acostumbrados.

Mis nietos Carlos y Fernando, y hasta mi sobrino Adolfo, que era del Madrid, cuando me ven cantan el himno del Atlético, ahora le tengo que enseñar y aprender el de Sabina, que es una divinidad.

He pensado llevar a toda la familia a un partido en el Calderón. Recuerdo cuando jugábamos en Primera y nos enfrentamos al Atlético de Madrid, era jefe de prensa, al salir al estadio Vicente Calderón, vi un lleno, completo, repleto, con el grito: "Atleeeeeetiiii, Atleeeeeetiii". A pesar de los pesares quería que ganara el Mérida, y a los pocos minutos marcó el emeritense Prieto. Estaba con el gerente Clemente Villaverde, un caballero, me aconsejó irme con los extremeños que estaban en el palco de autoridades. Empatamos. Jesús Gil, que nos había invitado a comer en la sala de trofeos, dijo: "Si ha empatado, me alegro por el Mérida, lo merecen". Sigo siendo Atlético, como mis hijos, nietos, nueras, yerno y toda la familia. Es un requisito. ¡Qué manera de sufrir! ¡Qué manera de palmar! ¡Que manera de vencer!...