La semana está llena de acontecimientos. Mañana todos esperan recibir un respiro económico con la Lotería Nacional. Todos pendientes de los números con esa pegadiza cancioncilla de los niños y niñas de San Ildefonso.

Cenas y comidas de empresas, la paga extraordinaria, la cena de Navidad en la que las amas de casa se vuelcan para tener un menú adecuado con la noche; y para más gastos se nos ha presentado Papá Noel. Sin faltar la cesta de la compra que merma la extra, porque hay que tener previsiones para el fin de año con el cotillón y los Reyes Magos. Y la dichosa cuesta de enero. Pero ahora no pensemos en cuesta, estamos en el comienzo de una semana llena de acontecimientos; amigos y familiares juntos. Recuerdos.

El pasado año lo pasé en la UCI y en una sala del Hospital de Mérida por un infarto. A los de la UCI mi felicitación más efusiva, se merecen el mejor de los recuerdos, su comportamiento está lleno de caridad, que falta bastante estos días; y a los de las plantas igual, su comportamiento estos días es más humano, más familiar y entrañable. Mi recuerdo también para Pedro Moreno, del cercano pueblo de Mirandilla, compañero de habitación en la que pasamos ambos la Nochebuena charlando sobre si estaríamos el fin de año en casa. Lo pasamos en casa. Y allí, en esos hospitales está el mejor de los nacimientos, porque el trato que recibes es el mejor regalo. Para ellos mis más efusivas felicitaciones.

Hay que aprovechar cada instante de la vida y la Navidad es la mejor fecha para no desperdiciarla.