Aunque reconoce que ya no acude a tantas manifestaciones como antes ni forma parte de ninguna asociación, Cristina Sanz no ha cesado de luchar y defender los derechos del colectivo LGTBI a lo largo de su vida. Sostiene que su activismo se basa ahora en el día a día y no piensa parar de hacerlo en su apuesta por la normalización y la igualdad. «Allá donde voy soy quien soy, a quien no le guste que no mire», afirma.

-¿Se ha sentido alguna vez agredida por ser lesbiana?

-Todas las lesbianas del mundo se han sentido agredidas alguna vez. Cuando estás en una situación en la que se te dice que si tú eres lesbiana es porque no has conocido al hombre adecuado te están agrediendo. No hace falta que te insulten o te peguen para que te agredan porque te agreden desde el momento en el que no reconocen tu propia individualidad.

-¿Cuáles considera que son los retos del colectivo LGTBI?

-Pienso que los retos son exactamente los mismos que hace muchos años: la visibilidad, la igualdad, la reivindicación de la diferencia y de que no necesitamos parecer heterosexuales para ser aceptados. Lo que ha cambiado un poquito es la manifestación externa de la homofobia, porque antes era más abierta y beligerante y ahora es más sutil. Hay cambios legales y en lo políticamente correcto porque la gente ahora no va fardando por la calle de que le ha pegado una paliza a un homosexual cuando antes si se fardaba por ello. La homofobia que está dentro de la gente, la interiorización de unos valores heterosexuales, no ha cambiado.

-Dice que ha cambiado la forma en la que se expresa la homofobia, ¿a qué se refiere exactamente?

-Antes la homofobia se expresaba de una manera muchísimo más agresiva y ahora se disfraza de tolerancia, aunque desde el mismo momento en que utilizamos la palabra tolerancia hay homofobia. Yo no tengo que tolerar algo si ese algo no me molesta. En el momento en que tiene que existir un discurso para defender que no eres homófobo es que hay una homofobia detrás. Veo la homofobia allá donde voy y en todos los contextos. Cada vez que me preguntan si mi hijo es mío o de mi mujer, eso es homofobia, porque a un hombre no le preguntan si su hijo es suyo o de su mujer. Ahora podemos ignorar los mensajes homófobos que nos llegan, pero cuando tenía 15 años y me agredían directamente y de manera abierta no lo podía ignorar.

-¿Cómo ve la gestión del ayuntamiento en el ámbito LGTBI?

-Pienso que el ayuntamiento lo está haciendo bien y me gusta cómo lo está haciendo. Suelo ser bastante crítica a la hora de mezclar la política con la reivindicación, pero la verdad es que sí que me gusta el trabajo que está realizando el ayuntamiento.

-¿Qué opina del ataque contra el monumento a la diversidad?

-Nos preguntamos si sigue habiendo homofobia y en este ataque se ve claramente. Lo condeno.

-¿Qué papel debe jugar la educación en este sentido?

-En las escuelas se pueden hacer muchas actividades y generar estrategias a nivel pedagógico, pero si yo tengo una sociedad que me dice que al niño de cinco años no le compres una muñeca porque es de niñas, la escuela puede hacer lo que quiera, pero la sociedad que tiene en frente no.

-¿Queda mucho para conseguir la normalización plena?

-Quedan muchísimos años y generaciones todavía porque aún falta mucho por hacer.