La Magistrada-Jueza del Juzgado de lo Penal número 2 ha condenado a Manuel Núñez Ortega a cuatro años de prisión y al pago de una indemnización de 385.000 euros como responsable de cinco delitos de homicidio imprudente, por la muerte de cinco personas en el accidente de tráfico ocurrido el 11 de julio del 2004 en Mérida, cuando conducía un turismo a más de 160 kilómetros por hora. El fallo, que puede ser recurrido ante la Audiencia Provincial, también le condena a la privación del carnet de conducir durante 6 años.

El Ministerio Fiscal pedía 10 años de prisión y 120.000 euros de indemnización por cada víctima. La acusación particular solicitaba 16 años (cuatro por cada una de los fallecidos que viajaban en el vehículo con el que choco el del acusado, ya que la otra víctima acompañaba a éste en su coche), y la defensa reclamaba la absolución por creer que todo se debió a un descuido.

En la sentencia se considera probado que Manuel Núñez Ortega, de Almendralejo, conducía un Mercedes Benz por la autovía de Extremadura en dirección Badajoz a más de 160 kilómetros por hora, cuando a la altura del kilómetros 343 "cayó en un estado de somnolencia" que le hizo perder el control del coche por unos instantes, se salió de la calzada por el margen derecho y rectificó dando un volantazo a la izquierda, cruzó los carriles, atravesó la mediana e invadió el carril de sentido contrario, embistiendo "brutalmente" contra el vehículo Skoda que circulaba en dirección a Madrid.

LOS FALLECIDOS Como consecuencia del siniestro murieron José Andrés Alvarez Félix, su hermano David y sus parejas, Míriam Ráez Gómez y Cristina Fernández Redondo, de entre 24 y 27 años y vecinos de Leganés (Madrid), que viajaban en el Skoda. Los tres primeros perdieron la vida de forma instantánea, y la última al día siguiente en el hospital Infanta Cristina.

También falleció Miguel Martín Pérez, de 47 años, que ocupaba el asiento delantero derecho del vehículo conducido por Manuel Núñez Ortega, y con heridas leves la menor A. B., que iba en el asiento de atrás.

Nada más producirse el accidente, el ahora acusado declaró al primer agente de la Guardia Civil que llegó al lugar que se había quedado dormido. Según los peritos, el vehículo circulaba a 166 kilómetros por hora.

En el juicio, que se celebró el pasado 23 de noviembre, se vivieron escenas de enorme tensión protagonizada por los familiares de los jóvenes fallecidos.