Un año entero esperando y, por fin, allí estaba Ella. Cientos de emeritenses acudieron ayer a su tradicional encuentro con Santa Eulalia en un acto de fe y devoción por la patrona de Mérida que se repite cada 9 de diciembre. Sobre las nueve de la noche salía de su basílica el paso de la mártir bendita, al son de un repique de campanas que ponía punto y final a la espera de quienes llevaban tanto tiempo esperándola para profesarle su amor. Así daba comienzo una multitudinaria procesión de la alcaldesa perpetua hasta la concatedral de Santa María, en una noche que animaba a sacar las pellicas pero que no impidió que los devotos la arroparan durante el recorrido.

Con un exorno floral a base de rosas de pitiminí y colombianas, la niña Eulalia lucía radiante, pese a la oscuridad de la noche cerrada, con el traje rojo que le había donado un matrimonio de Huelva. Lo estrenó en el 2014, pero la Asociación de la Virgen y Mártir ha querido ponérselo de nuevo en homenaje a la pareja tras el fallecimiento de la mujer este año. A hombros de sus portadores, y con el acompañamiento musical a cargo de la agrupación Santa Cecilia de Mérida, la patrona de la ciudad inició su recorrido procesional por la Rambla abriéndose paso entre los fieles.

Los momentos más emotivos se vivieron durante la petalada en la calle Alvarado y en el acto de oración, con una breve lectura y la actuación del grupo Ubi Sunt, que tuvo lugar en el patio de los naranjos, junto a la Asamblea regional. A su llegada a la concatedral, la Mártir fue recibida en Santa María con otra petalada y se adentró en el templo a la espera de regresar hoy a su basílica. Como es tradición, la jornada finalizó con una colección de fuegos artificiales en honor a la patrona emeritense entre los puentes Romano y Lusitania.

La peregrinación

La celebración del día 9 de diciembre no se entiende sin la peregrinación en honor a Santa Eulalia, que partió a las once y media de la mañana desde la ermita de Perales, en el municipio de Arroyo de San Serván, con un recorrido de unos 20 kilómetros a pie hacia Mérida. Un año más, miles de fieles participaron en esta expedición encabezada por el estandarte de la asociación al que seguía un pequeño paso con una imagen de Santa Eulalia. Muchos de los peregrinos portaban un bastón con un pañuelo rojo. Había de todas las edades, jóvenes y mayores unidos por el mismo fin: honrar a la Mártir. Durante el recorrido se realizaron 13 paradas para rezar y recordar los 13 martirios que recibió Santa Eulalia.

Victoria Mejías es de Alange pero vive en Mérida desde hace 40 años. «La experiencia es muy bonita. A veces voy rezando, otras cantando», sostiene Mejías. En el mismo sentido se expresa la emeritense Petri Ramiro, que peregrina desde hace seis años porque «la vivencia es muy bonita».

María José Porrino lleva también seis años asistiendo por las vivencias: «En el recorrido conoces a gente o te reencuentras con otra. Lo hago porque tengo mucha fe en la Mártir y espero que nos ayude a todo el mundo».