No me resisto a comentar la noticia que nos trae de cabeza del próximo enlace matrimonial de la periodista Doña Letizia Ortiz y el príncipe Don Felipe de Borbón. Sus hijos se llamarán Borbón Ortiz, no suena muy regio pero para la época que vivimos no está mal.

El empacho a que estamos sometidos desde el anuncio de la boda es de tal magnitud que más de una olla se quemó ayer con la pedida. Según sus compañeros es una periodista única, antes nadie se había fijado en ella y algunos han hecho un esfuerzo por recordar su paso por la cadena de TVE. Y era tan buena que estuvo en La Nueva España haciendo practicas y ya la vieron que sus iniciativas eran extraordinarias, y la dejaron marchar; lo mismo ocurrió en ABC y en la agencia Efe. Pasó por el canal económico Bloomberg, CNN Plus y TVE. Eso es poca vista.

Todos destacan sus cualidades, incluso el pueblo entero, es como un contagio colectivo de piropos encadenados. La chica es guapa, inteligente y sabe estar, eso lo hemos observado en las infinitas imágenes que nos han puesto y en las miles de páginas que se han editado, y en las cientos de horas radiofónicas que se han emitido.

Hasta resulta positivo que se haya casado por lo civil y se haya separado al año, tiempo suficiente para tomar aceitunas de la tierra, ibéricos y vino de Almendralejo. La boda la ofició Manolo Jesús Morán, que es el único almendralejense que es incapaz de contar un chiste y caiga en gracia.

La pareja piensa visitar las comunidades como novios y cuando lleguen a Extremadura el Príncipe querrá conocer como su novia vivió esos años en Almendralejo e irán a tomar unas copas en las tascas y comer en El Paraiso .

Nos alegra que el Príncipe haya elegido una joven guapa e inteligente. Los libros del exmarido Alonso Guerrero se van a vender como los churros y si va a Salsa Rosa tiene para un piso en Las Rozas, un apartamento en Alicante y una pensión vitalicia.