En la sesión más larga de las cinco, con siete agrupaciones, y con el patio de butacas lleno, hacía su aparición la comparsa de Almendralejo, El guardián de la calle. Explicaron su tipo de artistas callejeros en una presentación muy bien cantada y con un acompañamiento de percusión y bajo eléctrico que funcionó muy bien. El primer pasodoble fue un piropo a Mérida nombrando a agrupaciones locales, muy aplaudido. En la segunda copla, más comprometida, quisieron pedir por la paz en Siria. Divertida tanda de cuplés. En el primero, explicaban que ellos pasan de todo por la calle, menos la fase de este concurso, y en el segundo hacían una simpática alusión a los Pokemon Go! En el estribillo se declaraban guardianes de la alegría y la ilusión. Musicalmente muy bien montado el popurrí, destacando la cuarteta dedicada a cuatro puntos cardinales, la sanidad, la economía, la cultura y la educación. Gran lucimiento de voces a nivel individual y colectivo.

La Marara sería la primera chirigota de la noche, buscaron representar un personaje que el público pudiera imaginar. En esta ocasión, Serafín Pajuelo, un hombre de edad media que todavía vive con su madre, cuyo personaje se encargó de representar Raquel Rubio, quien se mantuvo todo el repertorio cantando con el grupo. El primer pasodoble fue un recuerdo a lo que es un año para un carnavalero y en el segundo hablan de lo que se echan de menos los ratitos con una madre, cuando ya no está. Como Serafín Pajuelo va siempre con su madre a todos sitios, en el primer cuplé cuenta sus peripecias con ella en el fútbol. En el segundo hablan del calor que hizo el pasado verano, que hasta en una pollería se estaba más fresquito. El popurrí fue un recorrido de los eventos a los que van con su madre, muy movido con golpes, destacó el final del popurrí con sello mararo.

Doblete para Raquel Rubio, que después de actuar con La Marara, le tocó mostrar su enorme torrente de voz con Los Sureños. La comparsa femenina emeritense llevaba un disfraz sencillo y elegante, y representaba a unas amantes. El amor fue el tema predominante a lo largo del repertorio y el primer pasodoble trataba sobre el amor de una hija a su padre. El segundo pasodoble era una metáfora sobre el falso amor de cuatro amantes con una mujer, la cual se refería a los cuatro líderes políticos con España. Destacó la musicalidad de las piezas muy bien defendidas por el grupo.

En el primer cuplé invitan al alcalde a que vaya al gimnasio y en el segundo nombran las obras de la Plaza de España. En el estribillo dejan claro que ellas son las dueñas de su vida. Los Sureños mostraron en su popurrí la enorme capacidad vocal que tiene el grupo.

Antes del descanso, Los Camándulas, con el tipo de Los Pares Sueltos, quisieron ser la agrupación más fea de la noche y lo consiguieron. Representaban a un grupo de jovencitas poco agraciadas, de fiesta en una discoteca con poco éxito de ligar y terminaron ligando al público conforme pasaba la actuación. Los pasodobles empiezan con toques de humor para terminar siendo críticos. En el primero empiezan describiéndose y concluyen criticando a los que insultan a los demás por algún defecto físico. El segundo es una crítica al alcalde, Antonio Rodríguez Osuna.

En el primer cuplé rememoran la rivalidad entre Mérida y Badajoz, mientras que en el segundo cuentan con la aparición de Luis Valiente con pantalones pitillo, muy aplaudido. En el estribillo tienen claro que ligarán en carnaval. El popurrí es la suma de anécdotas divertidas de estas chicas a lo largo de una noche de marcha. Muy aplaudida la actuación.

Después del descanso le tocó el turno a la comparsa Viajeros, del municipio cordobés de Peñarroya-Pueblonuevo. Con un tipo de viajeros del tiempo, los cordobeses se presentaron ante el público emeritense con un buen repertorio vocal y musical. Tras una presentación en la que señalaban que se plantaban en el presente procedentes del futuro año 2045, en el que “todo va a peor”, fue el turno de los pasodobles. El primer de ellos con una crítica al rey y el segundo en defensa de las agrupaciones que vienen de fuera a cantar en Mérida como es su caso. El primer cuplé versó sobre las intolerancias alimentarias y el segundo tuvo una mención final a los Cazurros. El popurrí estuvo muy bien vocal y musicalmente, con un punteo en los primeros compases que logró el aplauso del público.

Con Los Cazurros Romanos volvieron las risas a las tablas del palacio. Esta chirigota histórica del carnaval emeritense demostró una vez más que sigue teniendo cuerda para rato e hizo reír a los asistentes, que conectaron con ellos desde el principio de la actuación. Los chirigoteros presentaron un ‘peazo tipo’ de mujeres guapas y solteronas. Con el primer pasodoble pidieron a San Antonio que les buscara novio y con el segundo se acordaron de los quioscos de la plaza de España. La tanda de cuplés al tipo con remate simpático en el estribillo, en el que la matrona le decía a la madre de estas chicas que no había tenido a una niña, sino a una soltera. En el popurrí tuvieron buenos golpes y el público acompañó con aplausos los últimos compases de la actuación hasta concluir con una ovación.

La actuación de la comparsa emeritense La J’otra, tas un año sin participar en el concurso, estuvo a la altura de poner la guinda a la cuarta sesión de semifinales. Al ritmo del swing, estas cantantes de los tiempos de la guerra se marcaron una actuación muy completa, tanto en lo vocal como en lo musical. Sus integrantes no pararon de moverse durante todo el repertorio con coreografías muy al tipo que aportaban dinamismo y que iban acordes a la propuesta musical. El primer pasodoble contuvo críticas a la Iglesia y el segundo para el rey, los dos con el uso de las turutas al inicio y sacando buen partido a las voces. El primero de los cuplés fue para las madres y el segundo para el Martes de Carnaval, rematando cada uno de ellos con un bonito estribillo. El popurrí tuvo mucho ritmo musicalmente y con las voces compactadas de sus componentes volvieron a ganarse al público, que respondió con una gran ovación al final.