En 1992, siendo alcalde Antonio Vélez , el entonces líder de la oposición, Pedro Acedo , reclamó el Estatuto de Capitalidad para Mérida. A pesar de que a Vélez no le pareció oportuno llevarlo a pleno, lo incomprensible ocurrió el 18 de julio de este mismo año, cuando en unas declaraciones, Rodríguez Ibarra dijo: "Estoy dispuesto a trasladar la sede de las instituciones regionales de Mérida a otra localidad si la capital de Mérida cuesta mucho a los emeritenses".

Todo por pedir el Estatuto de Capitalidad. La oposición se reveló contra estas declaraciones: el senador Juan Ignacio Barrero Valverde (PP), Angel Calle (IU) y el primero que hizo esta petición, Pedro Acedo (PP). Era un agravio comparativo con otra ciudades como Santiago de Compostela, que no siendo capital de provincia pero sí capital autonómica, tenía su estatuto.

El estatuto de Capitalidad de Mérida será realidad este año o a principios del 2015, siempre antes de las elecciones municipales y autonómicas. En la campaña en la que compitieron Ibarra y Carlos Floriano , el líder popular lo llevaba en su programa electoral. Al perder, se quedó solo en papel. Ahora hay que llenarlo de contenido, pero lo principal es aprobarlo. Después, pedir que en los presupuestos de la comunidad se dote con la cantidad suficiente para que se pueda desarrollar su cometido.

Hay algunos dirigentes del PP, y ligados a Mérida, que se oponían a esta concesión. Nos consta que Juan Parejo , coordinador general de la Presidencia y Relaciones Institucionales, y también Iván Redondo (que no lo conozco ni de vista, pero es el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno regional, quien lleva las pautas a José Antonio Monago , de ahí el sobrenombre de 'Virrey'), han hecho todo lo posible para que el Estatuto de Capitalidad sea una realidad.

Lo que viene a Mérida es por justicia. José Antonio Monago ha cumplido y se agradece. Que vengan otras instituciones que por ley le corresponden a Mérida. A su aprobación en la Asamblea de Extremadura no faltaremos y lo celebraremos los emeritenses. Más vale tarde que nunca.