Los trabajos de mejora del puente romano ya han finalizado. En esta intervención se ha eliminado la vegetación adherida a la superficie del mismo -que afectaba a los sillares y suponía graves problemas en algunas zonas- y se han abierto las gárgolas -las salidas naturales de agua del puente-, que estaban todas obstruidas, provocando la acumulación del agua en la calzada. Aunque aún quedan por ver los resultados de la intervención arqueológica llevada a cabo por el Consorcio en el tramo central del monumento, que es el que más dudas genera entre los investigadores a cerca de cómo funcionaba. Ahora, gracias a las pruebas realizadas, existen muchas posibilidades de que se resuelva el enigma.

La parte central del puente, es la más castigada debido a la fuerza del río Guadiana. Está muy deteriorada y posee piezas muy diferentes, como ya distinguió el Director del Museo de Arte Romano, José María Alvarez, en su tesis doctoral, constatando que muchos arcos no eran romanos, y que se habían producido reformas, muy bien documentadas en épocas como la visigoda o la musulmana y también en épocas más actuales. Por lo tanto, a raíz de esta intervención se están llevando a cabo las gestiones necesarias para establecer una planimetría exacta de la estructura, ya que existen varios planos distintos. Lo que se busca con esta serie de medidas es sacar nuevos datos y desconocidos sobre el puente, pues los investigadores todavía no han conseguido arrojar luz a todas las vicisitudes por las que ha pasado el monumento a lo largo de la historia.

La iniciativa, que se enmarca dentro del proyecto ´Alba Plata´, también tenía como objetivo solucionar problemas actuales como los grafitis realizados en la superficie del puente, que afeaban el conjunto y ya han sido eliminados.