El sábado conocíamos la triste noticia de la muerte, por un accidente cuando montaba a caballo, de Lourdes Caselles, esposa de Ricardo Molina. Conozco a la familia de siempre y mi amistad con Ricardo, que ha perdido a su esposa, es entrañable. Sus hijos son amigos de mis nietos. Ya es bastante la desgracia de perder a una esposa, madre, hija, hermana y amiga, para que en esta situación, se sume la de esperar horas al levantamiento del cuerpo. Tener que soportar el macabro traslado en un furgón especial y un sudario al anatómico forense y, con esa terrible tristeza y dolor, sobrellevar casi todo un día para que se le practique la autopsia. No es justo. Ni tienen caridad los que se ocupan de una situación tan extrema.

Tener el cuerpo de esta joven más de veinticuatro horas para darle sepultura, si se tiene un poco de sentimiento, se resuelve en pocas horas y alivia el dolor de una familia, de un esposo y de unos hijos que sólo quieren estar con su madre los últimos momentos de su vida. Sentirla a su lado y guardar ese sentimiento que se comparte con la familiares y los amigos.

No es justo que para levantar un cadáver se tenga que esperar horas; que el juez y forense se pongan de acuerdo para acabar de una vez con una tardanza que nadie entiende; que se haga la autopsia con la mayor celeridad. ¿No hay suficientes forenses en un fin de semana para resolver este problema? Para ellos es habitual, para los familiares es dolorosísimo. No es justo que pasen horas sin una noticia sin saber cómo se va a resolver el problema. Lo que quieren los familiares es tener lo antes posible a su ser querido y poder enterrarlo con el tiempo suficiente y asimilar semejante situación.

No sé a quién corresponde solucionarlo, pero es habitual en todo accidente o muerte repentina tener que esperar horas y horas con el cuerpo en el suelo. Es la demostración de que hay seres humanos a quienes les importa poco el sufrimiento de los demás. Mi querido Ricardo, a tu lado siempre. Lo siento.