Pirámides de tres y cinco metros, agujas, trincheras, muros inclinados, alambradas de espino y alambradas electrificadas, arrastre de ruedas, transporte de sacos de 25 y 20 kilos y el paso entre troncos por el río Guadiana fueron tan solo algunas de las pruebas a las que intentaron hacer frente ayer los 1.000 inscritos en la carrera de obstáculos Farinato Race.

Desde primera hora de la tarde, el entorno del parque de la Isla se convertía en un hervidero de personas, entre corredores y asistentes, que no quisieren perderse ningún detalle de un exigente evento deportivo que se celebraba por primera vez en la mitad sur de España. El ambiente que se vivió fue de lo más festivo, con un drone que tomaba imágenes al ritmo de la música mientras los corredores se preparaban y hacían los correspondientes estiramientos para no sufrir lesiones durante el recorrido.

La farinata que completó la prueba con el menor tiempo, 44 minutos y 28 segundos, fue Alejandra de Castro Sardinero. En la categoría masculina se alzó con la primera posición Luis Barbe Llagostera, que llegó a meta a los 34 minutos y 46 segundos. En este sentido, cabe señalar que todos los participantes que completaron la Farinato Race recibieron una medalla, ya que requiere un gran esfuerzo y en muchos casos una capacidad de superación. De hecho, en los momentos previos a la salida se notaba cierta euforia acompaña de nerviosismo en los corredores, y es que esta carrera era a su vez clasificatoria para el mundial a celebrar en Cincinati (EEUU) el próximo verano.

La prueba se distribuyó en cinco tandas, la primera tanda a las 16.00 horas, con color negro y dorsales del 1 al 197; la segunda tanda, color verde y dorsales del 198 al 397; la tercera, de rojo y dorsales del 398 al 604; la cuarta tanda, con color amarillo y dorsales del 605 al 800; y la quinta, de naranja y dorsales del 801 al 1000.

Farinato Race es una de las carreras de obstáculos más extremas de España, de ahí el alto poder de convocatoria, ya que la organización tuvo que cerrar el número de inscritos en 1.000 gladiadores, que llegaron de toda la geografía española e incluso de países como Portugal o Finlandia.