Los emeritenses del año 1905, hace ya un siglo, celebraban la feria en la plaza de la Constitución, hoy de España, como era habitual los primeros días de septiembre. Había otra en febrero de ganado que se ubicaba en el Arrabal, al final de la Rambla Santa Eulalia, donde estaba el cuartel Hernán Cortés, de ahí que deseamos recordar como era esa feria hace cien años.

VIAJEROS "De los trenes de viajeros desciende abigarrada multitud, que estrujándose unos con otros por buscar una pronta salida, esforzándose por llegar a la población cuanto antes, arrastran tras sí a cosas y personas. Y entre ese conjunto de seres que llegan, ansiosos de marchar unos al rodeo para vender o adquirir ganados, de admirar los cachivaches de los puestos de la feria otros, suele brotar al aire un ¡ay! de angustia, una implicación de rabia...¡la desaparición de un reloj, el limpiamiento de un cartera.. o de un bolsillo!.

Y ese torbellino humano que viene buscando la diversión, o el lucro en sus negociaciones, se extiende, se bifurcar en distintas direcciones buscando la fondas, las casas de huéspedes, las posadas, hay para todo; no se encuentra un sitio para descansar.

Torbellino de polvo envuelve a personas y cosas; miasmas poco agradable saturan la atmósfera, pero no importa; la multitud sigue ávida de sensaciones, de emociones, gratas o no gratas, pero ella sigue, ella se encuentra en todos lados; es el conjunto de la feria, es el dinero que entra por las puertas de la ciudad, porque todas esas personas duermen varios días bajo nuestro techo, se cobijan bajo nuestro cielo y por estos días son nuestra propia familia".

La plaza de la Constitución se encontraba totalmente ocupada de feriantes de todas clases y lugares. Los primeros días se especulaba con los precios de los juguetes y se esperaba a los últimos días para adquirirlos a mejor costo. Este año de 1905 la cita festiva, según los cronistas de la época, resultó animadísima "pues se ven llegar aluviones de carne humana por todos los caminos y en todos los trenes".

Los espectáculos en los días de feria se multiplicaban en toda la ciudad y la diversión estaba garantizada en el día y la noche.

ESPECTACULOS Aparte del Circo Ecuestre y el Cinematógrafo, el teatro de verano tenía sus seguidores y se ponían obras de la compañía de Pablo López.

Durante los días de feria había bailes en el Liceo, Artesanos y El Disloque, pero la animación estaba en el Círculo Emeritense que se encontraba en la misma plaza de la Constitución y las veladas estaban muy concurridas. Era la clase media alta la que se reunía en esta sociedad, donde el cronista hace unas alabanzas a las mujeres propias de la época: "al querer describir todo cuanto de bello allí había, la pluma se me niega, es imposible que un ser humano, aun cuanto sienta ardores de juventud, y esté henchido de pasión, pueda describir todo aquello tan grandioso, tan superior a la pluma de un humilde cronista".

Pocos días después de la feria el día 30 de septiembre hay una curiosa noticia: "Ha sido pedida la mano de nuestra colaboradora la bella señorita Ana Finch, para el joven procurador de los tribunales D. Manuel Martínez. La boda se celebrará en breve". Con esta noticia se cerraba para siempre el semanario La República que comenzó en febrero de 1897 hasta 1905.