Tres toros con el hierro de Martín Arranz y tres con el de Joselito, que al fin es lo mismo, compusieron un encierro de buena presencia, algunos toros especialmente bien hechos. Destacó el que abrió plaza, bravo en todo, rematando en burladeros, tomó un buen puyazo que le propinó Dionisio Grilo y galopó en banderillas. Llegó a la muleta con empuje, transmisión y calidad. Fue toro para disfrutar y disfrutarlo el torero, y así lo hizo Ferrera. Le sacó tandas por los dos pitones en las que hubo de todo pero, a veces, en las que tuvieron reposo, el torero compuso momentos de buen toreo. Una gran estocada rubricó el trasteo y con todo el doble premio. Con una gran ovación se fue el animal al desolladero, cuando fue merecedor de vuelta al ruedo.

Al jabonero que hizo cuarto lo recibió Ferrera de forma bullidora con el capote y con las banderillas llegó el espectáculo. Puso al público en pie y le pidieron un cuarto par, con la plaza convertida en una algarabía. El toro llegó a la muleta parado y sosote y el torero extremeño optó por acortar distancias. Toreo de cercanías, muy metido entre los pitones, asomándole la tela a modo de péndulo, llegó a los tendidos con tanta fuerza que, después de una estocada efectiva, se le pidió el rabo, concedido generosamente por el palco.

JIMENEZ, BIEN César Jiménez dejó buena impresión. La primera mitad de su faena al tercero de la tarde tuvo buen comienzo. Lo llevó con temple, ligando los muletazos y con gusto, pero el toro fue a menos y la faena también. Le faltó listeza para cortar a tiempo y la prolongación hizo que se diluyera el triunfo. El animal acabó aculado en tablas y hasta echándose con un pinchazo. Con el sexto, un toro que se movió y tuvo transmisión en la muleta, el madrileño compuso una obra de elegante concepto, en la que además hubo firmeza y aplomo. Al entrar a matar dejó una estocada entera, se cortó en la mano y recogió las dos orejas, pero tuvo que pasar a la enfermería donde le dieron siete puntos y no pudo acompañar a Ferrera por la puerta grande.

Abellán tuvo un lote deslucido con el que poder estar a gusto. El primero de los suyos cortaba el viaje, se metía para dentro y por más que el torero intentaba prolongarlo, el toro no rompió. Con él, Abellán cumplió el expediente, estuvo delante el tiempo justo y se fue a por la espada. El quinto parecía que iba a dar menos opciones. Cortaba mucho en banderillas, entraba dudando en los capotes y mirando por arriba y tuvo comportamiento incierto. Abellán lo supo enseñar y acabó casi convencido, pero nunca se olvido de su condición. No era fácil estar delante y el torero madrileño lo hizo con solvencia y oficio, hasta que el toro acabó sin chispa. Con la espada no estuvo certero y saludó una ovación de un público que entendió el esfuerzo. No así el presidente en el toro anterior de su lote. Se pidió la oreja y la negó, cuando concede otras sin ningún pudor.

Esta tarde concluye la feria con el que sobre el papel es el cartel más atractivo. Llegan El Cid y Sebastián Castella, dos triunfadores de la temporada, junto a Miguel Angel Perera, el torero extremeño que es la revelación del año y el más importante de la nueva generación. Viene de cortar una oreja, ayer, en la plaza francesa de Bayona, tras una gran actuación.