La ciudad sufrió ayer una de las peores tormentas que se recuerda. Se inició a las cinco de la tarde y duró diez minutos. La lluvia y el viento eran tan fuertes que el tráfico quedó paralizado por la escasa visibilidad.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Caída de árboles sobre coches, tapas de imbornales fuera de su lugar; vallas de anuncios por los suelos; señales de tráficos caídas; desperfectos en el alumbrado público; líneas telefónicas arrancadas; tejas desprendidas e inundaciones.

La policía local se vio obligada a cortas varias calles, entre ellas la avenida Juan Carlos I y las calles Calvario y Muza.

La situación se complicó porque a la misma hora que se desató la tormenta, los bomberos estaban en la extinción del incendio de un vehículo estacionado en un garaje comunitario subterráneo en la calle José Martínez Ruiz Azorín, en la urbanización de la Corchera.

Por si tenían poco, a las seis de la tarde salió ardiendo un coche en Nueva ciudad y una nave industrial en el polígono Albarregas y hubo un accidente cerca el acueducto de San Lázaro.

El 112 activó la alerta y envió bomberos de refuerzo de Almendralejo y Puebla de la Calzada y personal del Ministerio de Fomento, Junta, Confederación y Guardia Civil.