Crisanto, uno de los mejores peluqueros de Mérida y Extremadura, ha vivido la cara oculta del mundo de los desfiles de moda, "que no es tan frívolo como parece y nos quieren hacer ver", al trabajar con el equipo que durante cuatro días ha peinado a modelos de medio mundo que han participado en la Pasarela Cibeles, celebrada a principio de mes en Madrid, y donde se marcaron las tendencias de la temporada del próximo verano.

¿Quien le ofreció trabajar en la Pasarela Cibeles?

--Fue un equipo de peluqueros de la productora Harpo. En la productora habían oído hablar de mí y me llamaron.

¿Se lo pensó mucho?

--Sí, me daba un poco de miedo por la cosa de lo desconocido. Pero vamos, ha sido una experiencia inolvidable.

¿Cómo se comportaron las modelos a las que peinó?

--Pensé que iban a ser más estiradas y son de carne y hueso, como los demás, y ríen, lloran y les duelen las cosas.

¿Cómo fue su trabajo en la pasarela?

--Por desfile eran 18 modelos y había seis desfiles diarios con hora y media de intervalo. En uno peinaba a una y en otro a cuatro, dependiendo del tipo de peinado. Además, se tenían que maquillar y vestir. Luego retocábamos detrás de la pasarela, justo antes de salir estábamos colocándoles y descolocándoles el pelo, porque ningún diseñador quería que el pelo estuviera colocado, sino que diera la sensación de que las modelos se acababan de levantar de la cama.

¿Hora y media era tiempo suficiente para hacer los peinados?

--La hora y media se repartía entre vestir, maquillar y peinar para cambiar de imagen a 18 personas. Era un poco estresante, pero muy divertido, ya que las modelos se perdían, se cambiaban de ropa y se quedaban por allí y tenías que ir a por ellas. Si ibas bien de tiempo y cojías a la modelo antes de que la maquillasen, bien, pero si se ponían a maquillarla, que tardaban más, luego te tocaba correr, correr y correr, pero bueno, quizá era un poco eso lo que buscaba. El mundo de la moda está loco en esos momentos.

¿Porqué la modelos tenían que dar la sensación de que iban recién levantadas?

--Los diseñadores marcan una imagen con algún estilista y nos la transmitían a nosotros y realizábamos los peinados y ellos corregían, porque tenían que estar todas absolutamente iguales.

¿Entonces la tendencia era ir despeinada?

--Sí, es una tendencia recogida de la calle, y los diseñadores insistían mucho que pareciese que no estuviesen peinadas. Una vez peinadas las teníamos que despeinar pasándoles la mano, querían que los pelos estuviesen sin pulir, hacíamos los moños y luego los quitábamos.

¿Hay que tener alguna habilidad especial para peinar en una pasarela?

--Hay que tener velocidad, ser rápido pensando y saber a lo que vas y estar capacitado para que alguien te dirija el trabajo, que no es fácil, a mí me ha costado mucho después de tanto tiempo sin que nadie me dirigiese, pero repetiría la experiencia.

Entonces, ¿todo ha ido bien?

--El primer día estaba un poco perdido, como pez fuera del agua, y me daban miedo las cámaras de televisión, me escondía de ellas, pero luego las buscaba, ya que están grabando continuamente, hay cientos de cámaras y fotógrafos, y al final acabas haciéndote amigo. A mi me hicieron un montón de fotos de los tatuajes, me fotografiaron todos, además me hicieron una foto abranzando a Martina Klein y otra con Elvira Lindo que se publicará en una revista.