María José y Juan no duermen desde la madrugada del domingo cuando una gran nube de humo entró en su vivienda. El reloj marcaba las tres y cuarto de la mañana y los ladridos de la perra Alba --sus dueños la llaman cariñosamente Albi -- eran diferentes; alertaban de que algo no iba bien. Juan saltó de la cama y bajó las escaleras. Fue entonces cuando comprendió por qué su mascota parecía estar ahogándose. Se protegió la boca con un trapo de cocina y casi sin ver por la densidad de la humareda echó un cubo de agua por debajo de la puerta que separa la vivienda de la calle. La intervención de otros vecinos fue crucial para apagar rápidamente las llamas que invadían por completo la puerta de la casa situada en el número 8, que en pocos segundos quedó completamente calcinada, al igual que una parte de la fachada y el aparato del aire acondicionado.

"Esto no es una gamberrada de Carnaval, han venido a matarnos a los dos, con nocturnidad y alevosía", afirma María José, justo cuando acababa de regresar del Hospital de Mérida, donde trabaja como enfermera. Viene de recoger la baja, porque se encuentra en un estado de ansiedad que le impide comer, dormir o concentrarse en realizar su trabajo. "No se me va de la cabeza la imagen de las llamas. He pasado mucho miedo", añade.

Los agentes de la Policía Nacional que se desplazaron hasta la casa, situada en una zona muy tranquila de la ciudad, en la que apenas hay movimiento y donde los vecinos conviven como si de una gran familia se tratara, confirmaron que lo ocurrido no había sido fortuito. "Lo primero que se me vino a la cabeza es que podría ser un cortocircuito o algo así", señala Juan. Pero no fue de este modo. En el suelo, junto a la puerta, se encontraban los restos de una garrafa de combustible de las que se compran en las gasolineras cuando un conductor se queda sin carburante en mitad de la carretera. Además, la puerta había sido totalmente rociada con el líquido inflamable.

María José y Juan, que prefieren no mostrar sus rostros en las fotografías, ya han presentado la pertinente denuncia en la Comisaría de Policía. Ahora piden la colaboración de los emeritenses para ayudar a los agentes en la investigación con cualquier información que contribuya a que se aclare lo ocurrido. Ambos tienen fundadas sospechas de quien o quienes pueden estar detrás del incendio, pero prefieren mantener su silencio para no interferir en la investigación policial. "No es la primera vez que nos ocurre algo así", indica María José, que apenas puede contenerse las lágrimas.

Las llamas también afectaron a un ciclomotor de la pareja situado junto a la casa. Los peritos de los seguros ya han visitado la vivienda para hacer sus valoraciones. En los próximos días sustituirán la puerta, pintarán las paredes y arreglarán la fachada, a la espera de que la investigación policial dé sus frutos y, una vez superado el susto, volver cuanto antes a la normalidad.