Cuando en Mérida van llegando las altas temperaturas, cerca del mes de junio, es síntoma de dos cosas: La primera de ellas es que se aproxima el Festival Internacional de Teatro Clásico y la segunda, que comienza el desembarco de turistas en la ciudad. Si hay un sector en la capital extremeña que agradece y se beneficia de esto, sin duda alguna, es el de la hostelería.

Terrazas llenas, gente a todas horas en las calles y la plaza de España, el templo de Diana o la calle José Ramón Mélida que pasan a ser uno de los enclaves más visitados en los meses más importantes para muchos negocios emeritenses. «La campaña de verano está funcionando muy bien, ha influido el tema de la ola de calor y el festival, porque sobre todo cuando más gente va a los bares es por las noches», afirma el presidente de la Asociación de Bares, Cafeterías y Restaurantes de Mérida (Abacar), Paulino Álvarez.

Uno de los empresarios más conocido de la ciudad, Nico Jiménez, también confirma la importancia del festival en la época estival: «Por nuestra trayectoria de tantos años no nos falta la clientela pero sí es cierto que en el verano nos ayudan actividades como Emérita Lúdica o la feria de la tapa. Además, el festival nos da vida, sin él estaríamos muertos», confirma el maestro jamonero que asegura que lo normal es que el número de empleados en esta época aumente «porque hay más gente que sillas para comer».

Por otro lado, otro de los establecimientos con más éxito de la ciudad, El Pestorejo, también confirma la importancia del festival para atraer turistas: «en el centro siempre hay muchísima gente y en nada que empiezan las funciones de teatro nuestro local se pone a reventar casi diariamente», afirma Víctor Fuertes, uno de los trabajadores de la empresa que tiene claro que «en la ciudad siempre están los monumentos pero si no hubiera festival nos haría bastante daño».

Pero cabe resaltar que la temida crisis económica sigue estando muy presente en los clientes, aunque, un poco, en menor medida. «El ticket medio subir, no ha subido mucho. La gente sale con el dinero contado, no hay un gasto excesivo, por lo general se produce un gasto mediano», afirma el presidente de Abacar. «La crisis está repuntando, la gente mira más los precios y exigen un poquito más también. Pero eso forma parte del protocolo cuando vamos a algún sitio, incluso yo cuando voy a algún lugar lo hago», aseguró Nico Jiménez. Por su parte, Víctor Fuertes confirma que «hay de todo» en su establecimiento y que por lo general la gente que sale con más frecuencia es «gente que puede permitírselo económicamente».

Sin embargo, aunque los emeritenses también frecuentan los bares de la ciudad, en verano los turistas son los que, en mayor medida, inundan los diferentes lugares gastronómicos. «Nuestro local está en una zona de paso y sobre todo vienen los turistas pero, evidentemente, también tenemos a nuestros clientes habituales», confirma Fuertes. Jiménez, también afirma que la influencia de los turistas es muy notable: «Aquí vienen turistas y emeritenses, hay de todo, y estamos abiertos a recibir a todo tipo de gente, aunque sí es cierto que se nota muchísimo el incremento de turista y hay que seguir apostando por ellos», reconoce.

Además, el jamonero y empresario, respecto a la anterior declaración en la que habla de «seguir apostando por el los turistas», afirma que hay cosas que tienen que mejorar: «Nosotros en esta época creamos empleo, vivimos los meses fuertes y al final lo que no es normal es que en esta calle (José Ramón Mélida) esté todo el mundo buscando la sombra cuando se pueden poner unos tolditos. Si se quiere mimar el turismo, así no se hace», asegura Jiménez que, además confirma a este diario, que ha tenido que estar mucho tiempo «peleando» para conseguir que haya un banco para descansar en la calle, ya que «no había ninguno».

De este modo, el festival de teatro y los turistas forman un binomio muy importante para la ciudad y sobre todo para un sector que saca de ellos un rédito muy importante para sus establecimientos, como es el sector de la hostelería.