Los fines de semana los alevines, infantiles y juveniles juegan en los dos campos de tierra de La Paz con sus contrincantes deportivos. Son varias ligas y en su entorno percibes el auténtico deporte.

Durante años seguí la liga nacional de juveniles del Imperio por todos los campos de España. Estos jóvenes hoy tiene hijos universitarios y alguno es posible que sea abuelo. Vivieron una época que jamás olvidarán, como Alfonso Ceballo, Fernando Saavedra, de la familia gitana de los Biris, Isaac Alvarez Morales, doctor en psiquiatría y tantos otros que formaban la familia imperialista.

El pasado domingo fuimos a ver a mi sobrino Adolfo que juega en la liga de los siete . Son siete jugadores los que intervienen en el encuentro contra otros siete y era una auténtica maravilla ver jugar a los chavales. El entusiasmo que ponían. El fervor a su entrenadores. El respeto a los árbitros. El cuidado de padres y madres en los descansos para que los niños no se enfriarán. Todo un ritual que da gloria bendita. Y, verlos jugar, es mucho más entretenido que los de primera división. Mejores pases, más goles. Más deportividad.

El polideportivo de La Paz sirve de vestuario y de refugio de algún padre que con el frío que hace estos días se toma un cubata con prisas porque no quiere perderse la actuación de su hijo. Las madres se agrupan para animarlos.

Y se ve fútbol y del bueno. Los hay que despuntan buenas formas con su diez o doce años para poder estar el día de mañana en buenos equipos. Esta es la auténtica cantera. La que hay que cuidar. Mimar. Ver. Valorar y seguir.

A Fernando Molina, Delegado de Deportes, le encanta el deporte. Hizo la carrera en el Instituto Nacional de Educación Física en Madrid. Quiere que tengan lo mejor. Lo merecen. En todos los deportes. Disfruté viendo dos partidos en dos campos distintos y su entorno deportivo.