La Concatedral de Santa María luce nueva cara. La consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales, dio a conocer ayer durante una visita junto al arzobispo de Merida-Badajoz, Monseñor Santiago García Aracil, los trabajos de restauración que se han llevado a cabo en el templo. En ellos, el Gobierno regional ha invertido 100.000 euros, en el marco de la comisión mixta entre la Administración autonómica y la Iglesia. Según detalló Nogales, los trabajos "minuciosos" han permitido recuperar el aspecto original del retablo mayor, obra de Agustín Núñez Barrero, y reponer algunas partes amputadas en los años 50, lo que ha supuesto una importante labor de búsqueda y reorganización.

Concretamente, la consejera explicó que se ha incorporado la pieza que representa la Trinidad en el ático del retablo. Además, se han realizado trabajos de desmontaje, reparación y consolidación de toda la estructura, así como la revisión de anclajes y peana, informa la Junta en una nota. Durante la visita, la consejera destacó que el patrimonio cultural de titularidad eclesiástica conforma uno de los activos más importantes. "Un gran conjunto de bienes de gran valor artístico, documental y científico que no podemos pasar por alto y que como Administración, tenemos la obligación de preservar", dijo. Además de Nogales y Aracil, a la visita también asistieron la vicealcaldesa, Raquel Bravo, y un representante de la empresa Abside, encargada de la restauración.

El delegado episcopal para el Patrimonio Cultural de la Iglesia, Agustín Velázquez, informó ayer a este diario que las obras del retablo comenzaron en noviembre del 2013 y han finalizado a principios de marzo. Las reformas se han centrado sobre todo en fijar las estructuras de la obra arquitectónica y asegurar su estabilidad, ya que estaba vencida hacia adelante en su parte central, lo que provocó movimientos que terminaron por separar varias piezas de la parte superior.

PAN DE ORO ORIGINAL De las actuaciones, Velázquez destacó que han conseguido dejar a la vista el pan de oro original del retablo. La pieza se inscribe en la estética tardobarroca, imperante en la segunda mitad del siglo XVIII. Con unas dimensiones aproximadas de 7,5 por 8,5 metros, está realizado en madera de castaño y dorado. A lo largo del tiempo ha sufrido distintas alteraciones, producidas por el envejecimiento natural de los materiales, por la acción de agentes biológicos externos y por las intervenciones realizadas por el hombre, que con esta intervención se han subsanado.

Respecto a las imágenes, en este proceso solo ha sido objeto de restauración la que representa a San Pedro, ya que las de Santa Eulalia y Santa Julia fueron restauradas en el año 2004 por el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Consejería de Educación y Cultura. También la imagen de San Pablo fue objeto de un tratamiento de limpieza y consolidación con motivo del año Paulino, en 2008.