Los medios de comunicación, como la oposición en un partido político, en momentos determinados tienen todos los derechos a criticar una actuación. Sabemos que juega la política. Si están cercanas unas elecciones, los intereses de partido aumentan y su principal objetivo es derrocar a su contrincante. Perfecto.

La crítica es buena y sana. Pero no la injuria, el insulto, tratar por todos los medios de mofarse, ofender, deshonrar, denigrar, ultrajar y humillar por unos viajes hechos por el entonces senador José Antonio Monago , hoy Presidente del Gobierno de Extremadura, a Canarias. Hace unos años, a Juan Carlos Rodríguez Ibarra , como no podían atacarlo por sus actuaciones, se ponía al mundo por montera defendiendo a Extremadura. Se le comenzó a llamar de forma peyorativa 'Bellotari'. Era una forma de degradarnos, de propiciar en el ambiente nacional la fama de una región inculta. Rodríguez Ibarra no lo permitió. Cuando no se tienen razones suficientes, recurren a cualquier treta para provocar el aplauso fácil y que la opinión pública tome partido. Ahora, nosotros somos así, lo de Bellotari nos lo tomamos con filosofía, pero en un principio tenía mala leche.

No entiendo a Pepa Bueno , una magnifica periodista, pacense, Medalla de Extremadura, en su entrevista con el presidente Monago. Con el dosier de los viajes realizados delante solo se fijó en el gasto de unos caramelos. No es justo. He visto y oído insultos al presidente Monago y estoy convencido de que quien ultraja al representante del pueblo extremeño, no lo critica, sino que insulta y se mofa con canciones y risas que insultan a mi persona, a mi tierra y a mi familia. Todos estos medios no tienen ningún derecho a despreciar a Monago, porque es despreciar a Extremadura. Y he defendido, lo saben, a Ibarra y a Vara con la misma pasión que ahora lo estoy haciendo con Monago.

Hoy tendrá que explicar en la Asamblea su comportamiento. Y conoceremos las posturas, todas respetables, de los distintas formaciones políticas. Hemos tenido unos magníficos presidentes: Ibarra, Vara y Monago. La humillación, no la crítica, son desproporcionados y nunca justificables.