Pocas ciudades españolas pueden presumir de tener monumentos romanos de la época de Cristo. Los pasos que se procesionan durante Semana Santa se compaginan con la contemplación de los monumentos. Una circunstancia que sólo son testigos los emeritenses y los turistas. Como asistir al vía crucis que se hace en el anfiteatro romano. Sólo se realiza otro similar en Roma.

La Semana Santa emeritense es de Interés Turístico Regional. Hay que propiciar que obtenga el título de nacional e internacional. Lo que ofrecemos no son pasos de grandes imagineros, sino un símbolo de la época en la que comenzó a dar sus primeros pasos el cristianismo.

Los distintos pasos de las cofradías y hermandades tienen que convivir con los monumentos romanos. Celebrar un corto, pero intenso, auto sacramental en el templo de Diana. O pasar, al anochecer, por el puente romano y el acueducto de los Milagros. Es algo que nadie puede ver como no sea en Mérida. Esa puesta de sol con un cristo o una virgen teniendo de fondo el acueducto es para no olvidarla. Una representación de la pasión en el teatro romano. Pueden estudiarse muchas formas y crear una simbiosis entre la ciudad romana y la Semana Santa.

La religiosidad y la grandiosidad no están reñidas. Ambas se pueden realizar en Mérida

Tenemos una santa como Eulalia que es un ejemplo en todo el mundo de la lucha por su fe y por su religión.

Mérida tiene que mentalizarse que puede ofrecer lo mejor y, esto, nadie se lo puede llevar ni comprar, sólo contemplar y admirar.