Es época de jubilaciones. Los maestros pertenecen a un colectivo cuya jubilación se produce al cumplir los 60 años de forma voluntaria o a los 65 a la fuerza.

Luis Caro se ha jubilado de forma voluntaria. Termina su trayectoria como director del colegio público Rodríguez de la Fuente. Es un ejemplo como profesional de la enseñanza, como marido, padre y, ya, abuelo. Su mujer, Elena Puértolas, también maestra, le toca al año que viene. Perdona Elena, los años son los años y hemos llegado a la tercera edad, que es una forma de seguir en esta vida, aunque de forma diferente y tienes que hacer, como los coches, la ITV anual. De la profesionalidad de Elena lo saben bien en el colegio Trajano sus alumnos y los padres de sus alumnos. Forman un matrimonio de pedagogos en toda regla.

Luis Caro se ha volcado durante su carrera con sus compañeros, padres y alumnos. Le van a echar de menos. Fue presidente local de Cruz Roja en Mérida. Me sustituyó. Aún recuerdan su presidencia. Con él, y gracias a su labor y a su perfección para llevar todo con una meticulosidad envidiable, llegó a conseguir objetivos tan importantes como la terminación del puesto de socorro de la Cruz Roja en el lago de Proserpina. También se logró el puesto en la antigua Algodonera. Se desarrolló una actividad de la que Luis fue el principal artífice. La vista fue la mía en tenerlo a mi lado.

Se ha jubilado. Estará en su puesto hasta el último instante. Sin dejar un cabo suelto. Y marchará a su casita de Isla Cristina a pasar la vacaciones rodeado de sus hijos: César, sacerdote; Elena, profesora de Educación Física; Susana, Graduada Social, y Berta, fisoterapeuta, y de su nieto y de los dos que vienen en camino.

¡Cuantos recuerdos Luis!, ¡Cuántos buenos recuerdos!. Padres, hijos y nietos juntos. Luis Caro se merece lo mejor. Lo estoy viendo paseando por la calle Santa Eulalia o por la playa con su nieto Luis, de la mano de sus abuelos Luis y Elena. Van ampliado la madre patria. Un lujo de maestro.