Con generosidad, dedicación y cariño. Solo así se forja un vínculo tan fuerte como el que une a Mamen Gil con la Semana Santa de Mérida. Cuando apenas tenía 17 años ayudó a vestir a la virgen de la Amargura y desde entonces no ha cesado su colaboración con las cofradías de la ciudad, a las que ayuda cada año de forma altruista. A ello se suma la belleza de sus bordados, una herencia que va más allá de lo material y que ha contribuido a enriquecer el patrimonio cofrade emeritense.

-¿Cómo recuerda la primera vez que vistió a una imagen?

-La primera imagen que ayudé a vestir fue a la virgen de la Amargura, de la hermandad del Calvario, con 17 años. Empecé a vincularme con la Semana Santa porque mi tía era camarista de la Amargura, que además por aquel entonces se recogía en casa de mis abuelos. El vestidor sevillano Pacoli venía a vestirla el Domingo de Ramos a las ocho de la mañana y como me tiraba desde pequeñita iba a ayudarle a vestirla.

-¿Y su primer bordado?

-La cofradía Infantil me pidió que le bordara un traje a la virgen del Rosario, que estaba recién restaurada, y luego hice el primer traje de salida que tuvo la Paz. A continuación bordé la túnica tradicional del Medinaceli. También hice el antiguo traje de raso que tenía la virgen del Rosario, a la que últimamente le he hecho todo el ajuar que lleva y el techo de palio de malla. Ahora acabo de terminar de bordar el simpecado.

-¿Qué hay que tener para bordar?

-Para bordar hace falta tener mucha paciencia y perder vista. Siempre he sido autodidacta y también he tenido la suerte de que me han mandado los diseños para realizar los bordados. Al principio era una satisfacción tremenda y una ilusión muy grande ver los estrenos, pero al final te acabas acostumbrando.

-Es camarista del cristo de la O, ¿cómo llega este nombramiento?

-Desde hacía muchísimos años mi madre se encargaba de arreglar el altar del cristo de la O porque siempre hemos corrido con el arreglo. Más tarde lo continué arreglando yo y cuando se creó la Junta de Cofradías me nombraron camarista del cristo porque siempre había cuidado de él.

-¿Qué se siente cerca del cristo?

-Cuando bajan al cristo para el vía crucis y me quedo sola limpiándolo es un momento íntimo que lo vivo profundamente.

-Para muchos es una mecenas..

-Siempre estoy pensando en que se puede mejorar y cada año se me antoja una cosa. Aporto lo que puedo por el bien de nuestra Semana Santa. Tengo muy buena relación con las cofradías y nombramientos muy bonitos en varias de ellas, pero sobre todo colaboro mucho con la cofradía Infantil.

-¿Cómo ha evolucionado la Semana Santa emeritense?

-La Semana Santa ha evolucionado siempre para bien y para mí ha ganado muchísimo. Ha ganado mucho por los costaleros que van por devoción y además aportan a la cofradía, porque antiguamente eran pagados y estaban borrachos debajo del paso. También influyó mucho cuando las retransmisiones en directo por la televisión porque las cofradías se picaban entre ellas y hacían todo lo posible por mejorar.

-¿Qué le mueve a ser cofrade?

-Primero soy creyente y la Semana Santa es un catecismo en la calle importantísimo. Cuando es Semana Santa veo los días hasta con una luz especial y distinta. Siempre me gusta ir por libre buscando los momentos y rincones para disfrutar de los pasos. Para este año espero que los gamberros no destrocen antes de tiempo las vallas tan bonitas que han puesto y que nos respetemos unos a otros, además de que las cofradías tengan un gran día en la calle.