La resistencia humana llega a un límite de lucha que es complejo entender. Cuando esa lucha se hace compartida con su entorno se logran objetivos milagrosos. María José Ten, pacense de nacimiento y andaluza por derecho propio, madre de siete hijos varones: Pepe, Alfonso, Javi, Santi, Jesús,Alvaro y Juan. Con su marido, José Jesús Fornieles, forman una familia envidiable. Le dio jaque a la propia muerte. Estar con sus hijos, lo que más les complacía. Ellos veneraban a su madre. Los apiñó siempre. Los aleteó como una gallina a sus polluelos y supo encontrar un ambiente de unión familiar que llevó hasta la misma muerte. María José conoció al que durante más de cuarenta años sería su marido, Jose Jesús Fornieles, una persona entrañable, querida, y fueron muy felices. Juntos comenzaron una luna de miel que perduró hasta el último instante. Luchó contra su enfermedad irreversible durante años. Desde el cementerio de Aguadadulce en Almería contempla la sierra y el mar. La conocí cuando estaba en todo su apogeo, su hijo Pepe está casado con mi hija Marta y he percibido su sensibilidad. Ha dejado un hueco que se cubrirá con el recuerdo de todos, y su nieta Ana que es una delicia. Al final la muerte dio jaque mate. A María José le encantaba sentir el aire de la playa de Aguadulce. Con sus aguas pacíficas y mirando al cielo que lleva a la eternidad supo hacer en la tierra la familia más entrañable. Cielo azul blanquecino que crea un arco iris de esperanza para hacer el camino a seguir en la eterna vereda que llega al infinito. todos, María José, estamos contigo. Tu virgen de Nazaret ya te acompaña. Adiós María José. ¡Bendita seas!