La ciudad de Mérida vuelve a Fitur por libre. Como se hizo en la época del alcalde Antonio Vélez y se tomó el pulso de tal manera que hubo celos por parte de la Junta de Extremadura, principalmente por la Consejería de Turismo al ir por separado con un stand propio y con personal del consistorio. Pedro Acedo, alcalde de Mérida, hace lo mismo, por libre. Hace bien. Mérida no se puede encuadrar como una ciudad más, es y será siempre mucho más.

Se hicieron fiestas, la propaganda se multiplicó, a nivel nacional se patrocinaron programas de radio y al stand de Mérida acudían políticos de todos los partidos, periodistas, actores, curiosos y muchos ciudadanos emeritense.

Fitur es un escaparate de primera magnitud. Es la puerta que abre el sector más apreciado de este país: el turismo. Mérida puede ofrecer tanto que la lucha por conseguir un puesto en lo más alto es relativamente fácil. ¿Quién puede ofrecer unos restos arqueológicos como los nuestros?: prehistóricos, romanos y visigodos con sus museos, los mejores de este país en esas materias. Hoteles, restaurantes, bares, lugares de su entorno como los baños de Alange, Parque Natural de Cornalvo, lago de Proserpina, pinturas rupestres en la sierra de La Calderita de La Zarza, el dólmen del Lácara entre un bosque de alcornoques y el nudo de comunicaciones más importante de la región de donde en un radio de sesenta kilómetros tienes: Cáceres, Badajoz y poblaciones como Don Benito, Villanueva de la Serena, Almendralejo, Villafranca de los Barros, Montijo, Zafra...

Mérida se puede permitir el lujo de ofertar lo mejor para el turismo y con unas perspectivas de futuro únicas: autovías hasta Madrid y Badajoz, a Zafra y en breve con Sevilla, sin olvidar a Salamanca y su cercanía a Cáceres cuyos tramos van siendo poco a poco una realidad; y el esperado AVE con Madrid-Lisboa. Pocas ciudades españolas pueden brindar tanto.