En estos artículos de los Viejos Escenarios Emeritenses vamos a tratar algunos pasajes de Mérida relacionados con su época visigoda y romana. Lo comentaba con el director del Museo Nacional de Arte Romano, y compañero como Cronista Oficial de Mérida, José María Alvarez, y la idea le pareció buena: contar la historia de nuestros monumentos de forma muy didáctica para que todos puedan, no sólo comprenderlos, sino también aplicar esos conocimientos adquiridos en el momento oportuno.

El cura de un pueblecito cercano a Mérida Aquilino Camacho, al que me unía una buena amistad, abogado y canónigo magistral de Badajoz, correspondiente a la Real Academia de la Historia, escribió Libro de las vidas de los santos Padres de Mérida , y en su introducción se adentra en cómo fue Mérida en época visigoda.

Surgida en el año 25 antes de Cristo para premiar a los eméritos de las guerras cántabro-ástur y, como capital de la nueva provincia de Lusitania, creada por Octavio Augusto, llega a su mayor apogeo, en cuanto a urbe del imperio, en la época de los Antoninos (98-180). Pero no alcanza su plenitud hasta la llegada de los pueblos germanos, principalmente desde el último cuarto del siglo V, reinaba Eurico (466-488), hasta finales del siglo VII, muy cerca de la invasión árabe en el año 711 que, después de resistir hasta lo último, entró como vencedor Muza haciendo una masacre. Tiene su calle, como agradecimiento a su buen hacer con Mérida...

EPOCA DE ESPLENDOR En el siglo V sube la ciudad en todos los sentidos, cultural, económica y políticamente. Mérida, comenta Aquilino Camacho, estaba casi destrozada, como todo el Imperio, vieja y paupérrima "un mundo de cabellos blancos", según afirmación de San Euquerio, obispo de Lyon.

Godos, suevos, vándalos y alanos entraron buscando asentamiento en el Imperio Romano e impusieron su lengua, su cultura y su arte. En Mérida, los primeros que entraron fueron los alanos, su rey Atax asaltó la ciudad hacia el 420 y durante seis años establece su corte. El godo Walia la reconquista y vuelve al Imperio. Las fechas que Camacho mameja no coinciden con las de otros investigadores que dan años anteriores; el rey Walia lo sitúan entre los años 415-418, y así, con otros germanos que estuvieron en Mérida.

Mérida es escenario de continuos enfrentamientos. El vándalo Gaiserico presenta batalla a Hermigario que había atacado ferozmente a la Lusitania. Una leyenda cuenta que por haber ultrajado a santa Eulalia su propio caballo lo lanzó al río Guadiana donde murió ahogado.

Recchila, rey de los suevos y llamado rey de Mérida murió en ella sin haberse convertido al arrianismo. Le sucede su hijo el católico Recchilio.

La influencia de la mártir santa Eulalia era patente en todas las manifestaciones de Mérida y al rey Teudorico, que quiso saquear la ciudad, se lo impidió la mártir con terribles visiones. Cuando el mismo rey venciera a Mergiano, señor de Galicia, fue al mismo altar de santa Eulalia a ofrecerle el botin por el desagravio. Definitivamente el rey Eurico gana después de un prolongado asedio sobre el año 467. Se inicia un largo periodo de esplendor, de casi 250 años.

APOGEO La Iglesia católica tuvo su mayor apogeo y durante estos años Mérida y sus obispos Zanón 483, con Félix hasta 492; siguen los pontificados de Paulo (530-560), su sobrino Fidel (560-571 y Masona (571-605) que entra la ciudad en la época de oro de la sede metropolitana emeritense. Masona preside y firma, el primero después del rey Flavio Racaredo, las constituciones del Tercer Concilio de Toledo el 8 de mayo del 589. Con el obispo Profio (665-671) se celebra en la misma Mérida su tercer concilio provincial.

Bajo la metrópolis de Mérida hay doce sufraganeas, cuatro de origen romano: Avila, Evora, Lisboa,y Ossonova; otras cuatro visigodas: Calabria, Coria, Béjar y Salamanca; y cuatro de origen suevo: Veseo, Coimbra, Idigitania y Lamego. En el Tercer Concilio Emeritense el metropolitano Profio es designado por primera vez en Hispania arzobispo. Mérida se encuentra en todo su apogeo y recibe las visitas de los más ilustres prelados atraídos por los múltiples milagros de santa Eulalia y por la santidad de sus obispos, de ahí la publicación del libro de la Vidas de los Santos Padres de Mérida , y que ha llegado hasta nosotros gracias al sacerdote Aquilino Camacho.