El año terminó con la muerte del oftalmólogo Alfonso Valverde y el día 31 de diciembre enterramos a la mejor persona que he conocido, mi consuegro Andrés Martín Molina. Y llegó el año nuevo con la muerte del sacerdote Pedro Rodríguez de Tena y ayer le dábamos el último adiós a Eusebio del Corral, que le conocíamos más como Piva , por llevar desde que llegó a Mérida la representación de estos motores.

Eusebio era un personaje, estuvo siempre en el candelero. Directivo de los adelantados en el Mérida, presidente de Alianza Popular, empujó a Juan Ignacio Barrero a la política y con Antonio Vélez se puso en cabeza para llevar el agua potable al lago de Proserpina. Era el primero en hacer publicidad en los medios de comunicación, aportó económicamente a quien lo necesitaba sin que su mano izquierda se enterara y estuvo a las duras y a las maduras en todo lo que pudiera ser un beneficio para Mérida, a la que quería con toda el lama.

Sus raíces ya las tiene aquí. Sus hijos y nietos le echarán de menos, pero quien más será su mujer María de la Luz Tejedor. Era un buenazo. Le costaba mucho trabajo dar un no en alguna respuesta, y no le dolió nunca apoyar cualquier iniciativa, sin importarle color político o social si con ello suponía una ventaja para Mérida o para las personas necesitadas.

Como profesional era único y su principal objetivo era la amistad. Cuando alguien le fallaba sufría lo suyo. No comprendía como a él, que lo daba todo, le pudiera fallar alguien de su entorno. Tenía muchos amigos y ayer le despedimos con ese adiós eterno y el recuerdo de tantos buenos momentos junto a nuestro Piva . Ahora encontrará un terreno para regar en esa parcela del cielo que van la buena gente y se sentará con el orgullo y la tranquilidad de haber cumplido en la tierra con todo lo que se propuso. Ya le están encargando algún cortacésped para cortar la nubes y poner riego por aspersión en la huerta de San Pedro.