Los nervios políticos están saltando como las truchas en las corrientes de los ríos.

Los más preocupados son los que pierden el sueldo y no les queda ni el paro. Y dejar la política, algún consejo de banco y asistencia a reuniones que se pagan a precio de oro, es muy duro y ante semejante perspectiva insultan, atacan de forma personal y no dejan títere con cabeza.

En las próximas elecciones les puede desaparecer tan rica prebenda, al no tener un trabajo que desempeñar, y por ello ven tan oscuro el porvenir que tiran a dar.

Estas malas y malos políticos cuando dejen de gobernar les será difícil pasear sin que alguien no les diga lo que tantas ganas tienen por su forma de comportarse con los trabajadores a su mando. Compañeros de partido que se callan porque los hay que se encuentran en situaciones de privilegio, y la oposición que ha aguantado aberraciones por un mal uso del poder.

Tiene que llegar el día de San Martín y con tal causa el rechinar de dientes. Quien piense vivir de la política sin un trabajo que le respalde, está equivocado y equivocada. Los días y años pasan y su comportamiento será el día de mañana quien valore lo que se ha hecho y los kamikazes morirán con su carpeta de disgustos e insultos.

Sudan incluso los que creen tener claro su victoria en las próximas elecciones. Nadie está libre de dejar de lado los nervios típicos que afloran a pocos meses de unas elecciones. Tal es así que pagarán los que insultan y se les atragantarán los polvorones que tanto tomaron en su juventud, los mazapanes y los turrones con dientes partidos por tanto intento de masticar y tragar.

Los nervios políticos llegan a tanto ´temblequeo´ que se les pone cara avinagrada. Son tan malas personas que ni ganando se conforman y tienen que seguir hiriendo a la familia. Y hasta presumen.

Su entorno es agrio, desconsolado y también maloliente. Toda esta clase de políticos es sabedora de que pagará lo que hacen. Y caro.