El debate entre ingenieros y arqueólogos sobre el origen de la presa de Proserpina continúa abierto. Fernando Aranda y José Luis Sánchez, técnicos de la Confederación Hidrográfca del Guadiana, presentaron el pasado miércoles los resultados de los últimos estudios realizados en el entorno de la presa.

Según sus propias conclusiones, el último tramo encontrado de la conducción hidráulica que conecta el embalse con el acueducto de Los Milagros, que se encuentra a 18 metros de la presa, se sitúa a la misma cota, con un centímetro de diferencia, de la toma encontrada en la torre de agua situada en el lado izquierdo de la presa.

Este dato resulta definitivo, según los técnicos de CHG, para defender que fueron los romanos quienes construyeron una presa para almacenar agua con el fin de abastecer a Emerita Augusta. En su exposición, argumentaron que este tipo de infraestructuras se repite en otras ciudades de origen romano, como Toledo o Lisboa, y también en Cornalvo.

Sin embargo, los estudios realizados por el arqueólogo Santiago Feijoo, arqueólogo del Consorcio, y defendido por su director Miguel Alba, indican lo contrario. Es decir, que la conducción de Los Milagros la construyeron los romanos, pero no para transportar el agua de un embalse, sino directamente de un manantial. Esta teoría se fundamenta en que los romanos no bebían agua embalsada, debido a que al no haber métodos para potabilizar el agua, por lo que se abastecían siempre de agua corriente para evitar enfermedades. En este sentido, defienden que la presa se construyó posteriormente, en época altomedieval, en torno al siglo X.

Este punto también es rebatido por los técnicos de CHG, que aseguran que la calidad de las aguas de Cornalvo son aceptables, y también las de Proserpina, de no ser por las filtraciones que se producen desde las viviendas del entorno.