La fábrica Extremeña de Grasas recibió ayer una notificación del ayuntamiento por la que se le comunicaba la aprobación de un decreto de retirada temporal de la licencia de apertura y se le conminaba a cesar la actividad. El motivo, la persistencia de malos olores en la ciudad provocados por la actividad de la empresa, dedicada a la quema de subproductos cárnicos.

El cierre de la factoría no es inmediato. La empresa cuenta con un plazo, por ley, de diez días para presentar cuantas alegaciones y documentos estimen oportunos para evitar que se aplique esta medida.

Así lo afirmó ayer el alcalde, Angel Calle, quien señaló que "si en este plazo no justifican fehacientemente que los olores van a disminuir de un modo sustancial y rotundo, se procederá al cierre de la factoría".

Los responsables de la fábrica no han realizado manifestaciones remitiendo a la central de Sevilla, donde señalan que no saben nada de ese decreto.

El alcalde indicó que las reiteradas denuncias de las asociaciones de vecinos y la intervención del Defensor del Pueblo han precipitado la decisión.

Así, Calle afirmó que la empresa no ha cumplido con los puntos del acuerdo firmado ahora hace un año con los responsables de Extremeña de Grasas, que se comprometieron, entre otras cosas, a construir una fábrica nueva lejos de Mérida en un plazo de 18 meses. "Ya no podemos seguir mareando la perdiz y darles más plazos, porque no ha cumplido ni estos ni los de hace dos semanas", manifestó.

Por el convenio firmado en el ayuntamiento en el 2007, además de trasladar la fábrica, se comprometían también a adelantar la producción cuatro horas para evitar la fermentación de los subproductos cárnicos; desviar el 50% a otras plantas y a no transformar mercancias procedentes de un radio superior a los 200 kilómetros.

Con estas medidas, los olores disminuyeron bastante, tanto es así que el problema parecía subsanado. Pero hace unos meses volvieron los malos olores, unas veces un día, otros dos días seguidos, hasta que en la última semana de junio, coincidiendo además con la ola de color, por la noche el aire se volvió irrespirable, "nausebundo", según definición de Angel Calle.

Esto motivo otro toque de atención por parte del ayuntamiento a los responsable de la empresa y una visita a las instalaciones por parte del alcalde, en la que constató que se estaba utilizando grasa para la quema de combustible en vez de fuel; la depuradora de agua estaba estropeada y la materia prima se almacenaba al aire libre, lo que causaba los olores desagradables.

TRASLADO Por otra parte, la empresa ya tiene en proyecto el traslado de la fábrica a un solar que han comprado a diez kilómetros al sur de Mérida en dirección Torremejía, aunque está buscando financiación para llevarla a cabo. La factoría, ubicada en el polígono industrial, da trabajo a 32 personas.