PLAZA: Un tercio de entrada en tarde de agradable temperatura

NOVILLOS: Tres de Hermanos Guardiola Domínguez (1º,3º,4º y 6º), el tercero como sobrero, y dos de Herederos de Salvador Guardiola Fantoni (2º y 5º), de buen juego, excepto el quinto, muy parado. El mejor resultó el sexto.

NOVILLEROS: Javier Solís, oreja y dos orejas. Miguelín Murillo, dos orejas y ovación tras aviso. Miguel Ingel Perera, oreja tras aviso en los dos.

Tres novilleros de la región se veían las caras en el inicio de la feria de Mérida, y demostraron que en la cantera hay mimbres para ilusionar. No respondió el público como debería, dando así motivos a las empresas para no realizar esfuerzos organizando estas novilladas. Por tanto, si queremos sacar toreros, debemos colaborar todos.

Tres estilos diferentes, con las características muy marcadas cada uno de ellos y para todos los gustos. Para los paladares más exquisitos fue el toreo de Miguel Angel Perera. Hay en este joven de Puebla del Prior madera de torero bueno, del caro, del que si nada falla, puede llegar a torero importante. A su primero lo llevó con templanza, dando toques suaves, marcándole el ritmo, en definitiva ejecutando los pilares básicos del toreo: templar y mandar. Mezcló ojedismo y tomasismo, los dos conceptos más puros de los últimos años. En el sexto, nueva lección de lo que es torear.

Llegó la cumbre en una serie de naturales perfecta por la largura de los lances, la cadencia y la profundidad. En conjunto, actuación muy completa de Perera que sólo tuvo el fallo a espadas, lo que le está haciendo perder muchos triunfos.

Javier Solís salió entregadísimo con el que abrió plaza. Tres largas cambiadas en el tercio sirvieron para saludar al de Guardiola. Noble y bondadoso fue el novillo, aunque duró poco y con él, Solís realizó una faena reposada hasta que el animal se apagó. Mejor resultó su labor con el cuarto. Ante aquel, el torero sacó ramalazos de artista, se gustó, acompasó bien la embestida y toreó con temple. Al novillo le faltó transmitir más para que el conjunto hubiera tenido más chispa.

Miguelín Murillo quiso agradar ante sus paisanos y lo consiguió sólo a medias. Bullidor con capote y banderillas en los dos, destacó especialmente en la faena al segundo de la tarde, que tuvo altibajos, pero en la que surgieron algunos muletazos sueltos estimables. Ante el quinto, el peor del encierro, poco pudo hacer. Se paró en los medios el de Guardiola y allí Murillo sólo podía justificarse, arrimándose y dejando ver sus ganas.