Los perros vagabundos siempre ha representado un peligro en la ciudad y en su comarca. Cada año son abandonados cientos de perros cuando se termina la temporada de caza. Sus dueños no los entregan en la perrera municipal, los dejan en el campo y estos animales, que tiene que vivir, buscan refugio en la ciudad y en los cortijos.

Hace unos años, los perros vagabundos representaron un peligro para los ganaderos. Cientos de ovejas fueron atacadas y muertas en la finca Coto Pelayo, cercana a la fincas San Rafael y Coto Vera. El daño que ocasionaron fue terrorífico. A los pobres pastores, que tenían una veintena de ovejas, se las mataron todas. Lloraban desconsolados sin poder encontrar una solución a su problema.

Los ganaderos hicieron alguna que otra batida y José Mosquera, padre del Cronista Oficial José Luis Mosquera, mató un perro lobo que impresionaba.

No se trata de crear alarma social, pero si de concienciar del peligro que supone este abandono y que las autoridades competentes pongan fin a esta situación que se vive cada año.

En el lago de Proserpina vemos cada verano como los contenedores están rodeados de grandes perros y tiene tal fuerza y hambre que llegan a tirarlos para poder comer.

Lo que le ocurrió días pasados al hombre que fue encontrado inconsciente cerca de una jauría de perros, aunque su muerte no se la produjeran los perros, se encontraba desnudo y con mordeduras, lo han dicho los testigos que vieron por primera vez a este pobre hombre. Por lo tanto hay que tener precaución y tomar las medidas oportunas.