La tercera semifinal del concurso de chirigotas y comparsas del Carnaval Romano 2017 arrancaba la noche con la comparsa calamonteña Mi Rinconcito, con amplia experiencia en el concurso de Mérida, este grupo de compositores bohemios aflamencados mostraron en la presentación el gran juego de voces con el cuentan. En el primer pasodoble enfatizan que la presencia de agrupaciones de fuera de Mérida ha supuesto que el certamen emeritense haya subido el nivel y en el segundo comienzan preguntándose por la presencia de Dios para terminar dándole la vuelta a la temática de la copla indicando que con la que está cayendo como le van a hacer piropos a Mérida. Los cuplés van engarzados por un estribillo en el que estos compositores le cantan al amor. En el primer cuplé cuentan que tuvieron una equivocación a la hora de tomar unas pastillas y el segundo trata sobre un personaje de Gran Hermano. El popurrí arranca con una cuarteta positivista y aflamencada, a partir de ahí, la comparsa calamonteña muestra un gran trío de voces y buenas letras, por lo que acabó siendo ovacionado.

La primera chirigota de la noche fue una de las debutantes del concurso, Lady Trajín, agrupación emeritense mixta, que representó un repertorio completamente surrealista, rompiendo los cánones de lo que se suele ver en el concurso, con golpes de genialidad y con muy poca vergüenza chirigotera que hicieron pasar un rato divertido a un sorprendidísimo patio de butacas. La mayor parte del grupo representaba a griegos, excepto dos personajes que habían llegado en moto del futuro. En el primer pasodoble hacía una crítica al sistema educativo y en el segundo hacían una metáfora entre los gusanos que tienen en casa y la clase política.

Con una música de cuplé muy atípica, le cantaron su primer cuplé, precisamente a que era su primer cuplé, el segundo trataba sobre los gofres, pero tratado de un modo desternillante. Un humor que defendieron en su estribillo. El popurrí contaba el amor imposible entre Aristóteles y Toñi, y consiguió su objetivo, divertir al público que respondió con una gran ovación. El repertorio acababa con un “la vida se merece gente así” y, sin duda, el concurso emeritense, a veces tan encorsetado y tensionado, también.

Antes del descanso llegaría la comparsa almendralejense La Aventura, la cual representaba a caballeros medievales enmascarados. El primer pasodoble fue un piropo a Mérida y el segundo versaba sobre el maltrato infantil. Muy bien cantado los dos. En el primer cuplé indican que Donald Trump es gaditano que canta por alegrías y en el segundo hablan de las distintas partes del cuerpo que ahora se depilan. En el estribillo se luce con fuerza el juego de voces. El popurrí es una metáfora sobre la aventura de la vida que defienden con potencia y bien cantado.

La segunda parte de la sesión arrancó con la brillante actuación de Los Pilinguis, que desde los primeros compases de la presentación tuvieron al público en el bolsillo. Con un simpático tipo de maniquís en el que no faltaron los vestidos de boda, de comunión, de Calcedonia o de Marita Rial, los chirigoteros volvieron a demostrar que están a la altura de defender el segundo puesto del pasado año. Las risas y la entrega de los asistentes fue una constante durante todo el repertorio, en el que supieron compaginar muy bien el tipo con los temas locales. El repertorio no decayó en ningún momento con muy buenos golpes haciendo referencia a gente de Mérida, desde los concejales, pasando por el alcalde y los personajes más singulares de la ciudad. El segundo pasodoble fue para los bolivianos de los quioscos de la plaza de España. La tanda de cuplés siguió la tónica de la actuación pidiendo que para el próximo año lleven a Chenoa, con o sin cobra, al Stone. El popurrí, en el que no iban engarzadas las cuartetas dejando al público que se riera a gusto, fue el broche de un gran repertorio que encantó al público, con todo el palacio en pie tras finalizar la actuación al grito de ‘Esto sí que es una chirigota’.

Con la actuación de la comparsa El coleccionista de alegrías llegó el otro plato fuerte de la noche. Con un tipo con el que homenajeaban a las agrupaciones del carnaval romano, sus integrantes defendieron el primer premio del pasado año con la calidad vocal y musical del repertorio que les caracteriza. Los ‘Cuatro gatos’ de este singular museo del carnaval romano repasaron los mejores tipos con una puesta en escena muy colorida. La presentación, con recordatorio para algunas de las agrupaciones que triunfaron allá por los 80 en el María Luisa, conectó muy bien con el público. El primer pasodoble fue para los hijos que aprenden de sus padres la pasión por el 3x4 y el segundo dejó una crítica a Mérida como ‘capital del postureo’, pero de la que defendió sus derechos. La tanda de cuplés, con temas localistas como la feria y un bonito estribillo en el decían que por Mérida se vestían de chirigota o de comparsa y la animaban a que se pusiera un disfraz. Con el popurrí, en el que derrocharon de nuevo su calidad vocal, lograron poner al público en pie, que agradeció así una actuación muy completa.

Las Chiriteras cerraron la noche con un tipo de angelitos de la fuente de la plaza de España que no pasó desapercibido. El primer pasodoble reivindicaba el papel de la mujer en el carnaval y el segundo versó sobre el acoso escolar. La tanda de cuplés, con alusiones a lo que ven pasar por la plaza estos singulares angelitos, dio paso a un popurrí que fue a más y con el que repasaron temas localistas. El público se fue animando cada vez más con estas chirigoteras, quienes también recibieron el aplauso de los asistentes.