La retirada de ochenta aves del molino de Pan Caliente por parte del ayuntamiento como medida de precaución ante la gripe aviaria ha creado cierta polémica entre el consistorio y la Junta, que considera que la medida puede generar "desconcierto" entre los ciudadanos. Responsables del gobierno municipal insisten que no debe generarse ningún tipo de alarmas, pero el consejero de Sanidad, Guillermo Fernández Vara, asegura que puede hacer a la gente "entrar en un proceso de duda", al pensar que por qué en Mérida se actúa así y en otros lugares no, y pide que se tomen medidas municipales comunes al respecto.

El consistorio procedió ayer a la retirada de los patos, gansos y ocas que viven desde hace casi dos años junto al río Guadiana, en el molino de Pan Caliente. Ahora están en una nave cerrada en la carretera de El Palo, donde permanecerán hasta después del verano, con los cuidados necesarios, lo que le supondrá al ayuntamiento un coste mensual de 700 euros. A este respecto, tanto el alcalde de Mérida, Pedro Acedo, como el técnico de Sanidad, Miguel Sáinz, y la delegada de Medio Ambiente, Begoña Saussol, insistieron en que se trata de una cuestión de "prevención", sin ningún "alarmismo".

Una vez que termine el peligro potencial de la posible llegada de la gripe aviaria a España, las aves volverán a regresar a ese lugar, señaló Sáinz, que recomienda a los propietarios de aves de corral que "también vayan adoptando medidas preventivas por si sucede algo".

Por ello, Acedo señaló que lo dicho por Fernández Vara "sobraba", puesto "no estamos alarmando sino cumpliendo con nuestra obligación", argumentó el alcalde. En todo caso se mostró colaborador con la Junta sobre esta cuestión.