La polémica por los malos olores que emite la fábrica de grasas no es nueva. Ya en el año 2005 las quejas vecinales llegaron al ayuntamiento, y el entonces alcalde, Pedro Acedo, afirmó que era el momento de atajar el problema.

Durante unos meses el consistorio y la Junta de Extremadura mantuvieron una disputa para ver de quién eran las competencias para llegar a cerrar la planta si no se encontraba otra solución.

Pese a las quejas que se registraban, la empresa afirmó, en octubre del año pasado, que la planta no emitía malos olores, aunque se mostró dispuesta a trasladarla siempre que no le causase un perjuicio económico.