La ciudad de Mérida vivía un año tranquilo. Las elecciones, como era habitual en estos años, las ganaron los conservadores, pero los republicanos sacaron su tajada municipal y una representación de acorde con los tiempos. Entre lo más relevante, destaca una sesión municipal celebrada el 7 de marzo de 1904, en la que los concejales republicanos, Tomás Lancho y José Gutiérrez, pidieron que se expropiara una casa de la calle Baños, para dar paso y salida a otra, pagando los gastos a medias entre Carlos Pérez y el municipio. El alcalde, Carlos Pacheco Ledo de Tejada, al margen de la ideología, se llevaba muy bien con estos concejales republicanos.

ENTIERRO CIVIL No era muy habitual en Mérida los entierros civiles y cuando se hacía alguno era muy comentado, como ocurrió con la niña María Carroza Rodríguez, que se enterró el 4 de marzo, hija del republicano, Manuel Carrozas. Las crónicas comentan que al sepelio asistió un crecido número de republicanos y librepensadores, que dieron al hacerlo testigo de sus ideales. El periodista, Luis Moreno Torrado, escribió al término de la noticia: "nuestra felicitación por su consecuencia en emancipar a los suyos de la tutela clerical".

CENCERRADA El casamiento de una viuda suponía que los jóvenes de la localidad celebrasen el matrimonio con una cencerreda por las calles, en este caso por la Rambla de Santa Eulalia, donde vivía la viuda, y, aunque estaba prohibida semejante manifestación, la cencerrada era un motivo de protesta machista. Llevaban cencerros, latas, campanillas y un griterío que con acompañamientos de canciones alusivas a la viuda era visto por muchos, comentado por todos y con desagrado por una buena mayoría.

Las cencerradas ya se hacían en el siglo XIX y hay noticias de como al casarse un viudo los amigos, en la noche de bodas, le daban una serenata golpeando los cencerros y distintos utensilios para llamar la atención.

EL LICEO La sociedad recreativa El Liceo de Mérida tenía una actividad continua de exposiciones, conferencias y conciertos y un grupo de teatro, como el Círculo de Artesanos, que representaban obras o zarzuelas, que tanto gustaban a los socios.

La directiva organizó el 7 de marzo de 1904 una velada, sobre la base de una conferencia, amenizada por el cuarteto de esta sociedad, cantando una romanza la señorita Moreno Taborda, acompañada del director y profesor, Castor Espadiña. Cuando fue a comenzar el acto anunciaron que Espadiña se encontraba enfermo. Se tuvo que suspender. El escritor y poeta, Luis Moreno Torrado, subió al estrado, amenizó con algunos poemas propios y presentó a Francisco Olea como conferenciante. Terminó la velada con baile. A esta conferencias vinieron Pedro Campos de Orellana, de Villagonzalo; Manuel Rodríguez, de Cáceres; de Oliva de Mérida, el padre del conferenciante, Francisco Olea, José Pila, y el farmacéutico, Juan Cidoncha.

FERROCARRIL La estación del ferrocarril era uno de los lugares más concurridos. Había trenes para Madrid, Badajoz, Cáceres y Sevilla en trenes Correo Rápido, Correo Mixto y Correo Simple, y los clásicos carretas y trenes de mercancias.

Los emeritenses acudían a la estación como si fuera un paseo habitual y allí se entretenían viendo salir o llegar los trenes, mezclándose con los familiares de los viajeros que esperaban para despedir o darles la bienvenida.

El Círculo de Artesanos era otra sociedad con un grupo teatral lírico dramático que ponía en escena obras de distintos autores literarios.

Mérida, hace cien años, vivía con intensidad su primavera y, al ser una ciudad pequeña, todos participaban, se conocían y la vida era tranquila, con sus paseos por la plaza de la Constitución, la calle Santa Eulalia y la Rambla de Santa Eulalia donde sus vecinos tenían en verano teatro, cine y las ferias de febrero el Arrabal, cercano a lo que fue el cuartel de Artillería.

Otras dos sociedades hacían que sus socios y familiares vivieran en sus locales distintas actividades culturales, como el Círculo Emeritense en la plaza de la Constitución y la Tercia, de signo republicano, en la calle Bastimento.