La ciudad avanza en favor de la responsabilidad medioambiental. El ayuntamiento ha puesto en marcha una medida para la monitorización y control de la red de abastecimiento de agua, que permitirá detectar en torno al 15% del agua que se pierde por las fugas del circuito a través de la colocación de una serie de dispositivos con la tecnología Permalog. La iniciativa permitirá un ahorro anual para el consistorio de unos 350.000 euros.

El portavoz municipal, Fernando Molina, destaca a este diario que del total de agua que se compra a la Confederación Hidrográfica del Guadiana, y que llega hasta los hogares para su consumo, hay un 20% que se pierde por el camino. Según el delegado, de esta deficiencia en el suministro se puede corregir en torno a un 15% mediante el uso de unos detectores que indican si en algún punto de la red hay una pérdida parcial de agua para corregirla. Sobre este asunto, cabe destacar que los hogares consumen 6.000.000.000 de litros de agua anuales en Mérida.

EFICIENCIA En concreto, este proyecto contempla la colocación final de 170 dispositivos, pero por el momento se han adquirido cinco, por un coste aproximado de 6.600 euros, los cuales ya se han ubicado en distintas zonas dentro de los 17 sectores en los que se divide la red de aguas. "El ciclo del agua, desde que en 1995 el ayuntamiento empezase a tomarla del pantano de Alange, supone transportarla, depurarla, almacenarla, tratarla y hacerla llegar hasta el usuario final", explicó Molina.

Asimismo, el edil agregó que todo el proceso supone un coste anual para las arcas municipales de unos tres millones de euros, de los cuales, con el uso de esta tecnología el ahorro será de unos 350.000 euros al año. "De ese agua somos eficientes en un 80% y se quiere aplicar esta tecnología porque es un ejercicio de responsabilidad, porque abarata el coste, se amortiza en un año y es un rasgo diferenciador más de un ciudad eficiente y moderna", puntualizó Molina, quien garantizó que del 20% ineficiente, "en torno al 15% se podrá mejorar con la tecnología".

De los más de 250 kilómetros de tuberías subterráneas que hay en Mérida, muchas de ellas todavía son de fibra-cemento y ocasionan pérdidas de agua y averías. Por ello, el edil señaló que todos los tramos de obras nuevos y los que dan problemas se ponen de conducción dúctil.

Esta iniciativa se enmarca dentro del Plan de Acción para la Energía Sostenible (PAES), un proyecto con el que la ciudad se compromete a reducir al menos un 20 por ciento las emisiones contaminantes a la atmósfera en un plazo de cinco años.