El puesto de socorro de la Cruz Roja que se encuentra ubicado en el lago de Proserpina no ha llegado a utilizarse. Se inauguró en 1988 por el alcalde de Mérida Antonio Vélez que subvencionó con el cincuenta por ciento la obra. El otro cincuenta lo entregó la Asamblea Regional de Cruz Roja que tenía como presidente a Juan Manuel Rodríguez Tabares, que puso dinero e ilusión.

La inauguración sólo se quedó en el acto protocolario ya que en pocos días comenzó el vaciado del lago y las obras durarían algunos años más.

Terminado el calvario que sufrimos los emeritenses con ver Proserpina sin una gota de agua, y pensar que ya no la veríamos llena nunca, se comenzó a olvidar este precioso lugar hasta que, terminada la obra, las lluvias acompañaron el llenado, se tuvo que hacer nueva obra y de ahí se sacó el paseo perimetral y otras realizaciones.

Hoy el lago de Proserpina es lugar de encuentro, los emeritenses han vuelto y este verano se ha visto lleno de ciudadanos diariamente e incluso miles los fines de semana, que es cuando la Cruz Roja, con una zodiac, se ponía a vigilar y esperar cualquier acontecimiento.

Se han salvado muchas vidas y se han resuelto muchos problemas, de ahí que no entendamos que este lugar no se abra, y se tendrán que tomar medias por parte de los organismos responsables.

No puede permitirse tener cerrado este lugar, o que se utilice para otras necesidades, todo menos que una nueva edificación que no se ha estrenado sea guarida de drogadictos. Fuimos en estos años presidente de esta institución, y nos correspondió hacer las gestiones oportunas para que se hiciera realidad este puesto de socorro. Mérida estaba pidiendo a gritos un lugar decente donde atender las cientos de necesidades los fines de semana en el lago de Proserpina. ¿Y ahora qué?