La feria sigue su curso. Ayer el PP y PSOE invitaban a los periodistas a a comer, IU lo hacía el día anterior.

Las ferias de antes eran distintas. A media mañana te preparaban para ir al matiné , que se celebraba en las sedes sociales del Círculo Emeritense, Círculo de Artesanos o en el Liceo. Estas mismas sociedades tenían sus casetas en el recinto ferial. Todo era distinto menos las casetas de los turrones. El parque de atracciones es más amplio y más sofisticado, antes nos conformábamos con los caballitos , las barcas y las voladoras.

Los tiempos adelantan que es una barbaridad. Hoy, de la feria se aprovecha hasta el último instante. Al mediodía la comida: entremeses, garbanzos, judías con chorizo y orejas, patatas guisadas con carne o una paella; bien en el centro de la ciudad o en el recinto ferial. Por la tarde, el café y el puro, otros a los toros, y empalmas con la copas del comienzo de la noche, para terminar bailando hasta la madrugada y tomando chocolate con churros o seguir con los cubatas hasta bien entrado el día.

Este año lo hemos recorrido despacio y sin prisas. Dos muletas por un esguince han tenido la culpa. Por meter la pata donde no debo. Y siempre le toca a la derecha. A la boda de mi hermano Felipe asistiré con muletas. Me he empeñado en quedarme cojo como mi padre y lo voy a conseguir al paso que llevo.

Con Pedro Barquero, secretario general técnico de la Consejería de Educación, y su esposa, Ana Gómez, tomamos unas copas en la caseta El Cortijo Extremeño , donde Luis Valiente y Manolo Jaramillo, los máximos responsables de la caseta, nos prometieron un sombrero y un abanico y salimos sin ambas cosas. Saludamos a Felipe Carlos Lucas en la caseta del PSOE. Por una de las calles, a Emilio Galavís, que cuando nos vemos no paramos de hablar de nuestros nietos. A la salida vimos al alcalde Pedro Acedo con su esposa, la sonrisa le llegaba de oreja a oreja. La feria de la capital extremeña gana enteros.