La corrida de ayer defraudó. Resultó larga y premiosa y la salida a hombros de Sergio Galán fue más bien un espejismo. Lo definitorio fue el mal juego de los toros murubeños de Castillejo de Huebra, todos un calco, pues ya de salida mostraron su sosería, su querencia a los tableros y su poco celo. Hubo tercios, sobre todos los primeros, cuando se clavan los rejones de castigo, tremendamente laboriosos, muy difíciles.

Con ese ganado los toreros estuvieron por encima, y esta circunstancia fue la que permitió que el aburrimiento no fuera total y absoluto.

Antonio Ribeiro Telles, miembro de una familia legendaria de toreros portugueses a caballo, mostró una buena cuadra de caballos y su monta elegante, con una concepción muy portuguesa del toreo a caballo, con ese ir de frente a los toros y adornarse lo justo. Tuvo dos toros calcados, huido además el cuarto, y sin embargo buscó clavar en los terrenos de fuera. Muy mal con el rejón de muerte y peor con el descabello, fue silenciado.

Andy Cartagena hizo sendas faenas en las que primó la espectacularidad. Muy bien ante el manso segundo, puso sendos pares al violín con la particularidad de batir al pitón derecho, para quebrar y clavar. Ante el quinto, tras un primer tercio complicado, protagonizó un tercio de banderillas brillante a partir de dos pares al sesgo, que es como hay que ir con los mansos aquerenciados en tablas. Tardaron en morir sus dos enemigos y el triunfo se esfumó.

Sergio Galán salió a hombros ante un público en exceso generoso. Ante el reservón tercero todo lo hizo él y brilló en algún remate con el toro cosido a la grupa. El sexto, tras apuntar mejor condición, pronto se vino a menos. Fue esa una faena con desigualdades, con un par al quiebro en los medios sobre Montoliú y otro a dos manos muy bueno.