Lo sé por experiencia. Sufrí, como él, un infarto. Hay un antes y un después. Te planteas la vida de otra manera. El paseo. Dejar el colgaero de patatera y, si acaso, probarla. Tomarte la vida con otra filosofía, aunque seguimos con la actividad periodística y televisiva y cada mediodía tome unas copas con los amigos.

Lo malo de nuestro presidente no es su actividad política, es como se la toma él, su empeño, estar en todos sitios y hacer declaraciones que mueve mucha tinta impresa.

Ahora viene las especulaciones de sucesión. ¿Quién?. ¿Cuándo?, ¿Qué? ¿Porqué?, ¿Dónde?. Son las cinco W periodísticas si se escriben en inglés, pero que pueden convertirse en políticas en un caso como este.

Y, por el momento nadie tiene una respuesta a una sola interrogación, porque lo primero es designar a la persona que le pueda sustituir, que las hay y buenas, y después se plantearán las otras interrogaciones. Todo esto suponiendo que quiera dejar la política. Pone demasiado énfasis en sus decisiones y cada una de ella lleva tal carga de adrenalina que es imposible soportar una situación así, aunque visto lo visto, decía Isaac Mosquera después de ser operado de un cáncer de garganta y lo vi fumando: si me han quitado lo malo que tenía ahora puedo fumar y beber mejor que antes. Duró después de esa operación más de veinte años y no se privó de nada. Es una decisión personal y de su mujer y de su hija.

Todo en esta vida es relativo. Antes, una herida de una pedrada en la cabeza era una pitera, hoy es un traumatismo craneoencefálico. Pues lo que ha tenido Ibarra es una pitera.