Rotary Club de Mérida rinde homenaje esta noche en el hotel Las Lomas al escultor emeritense Juan de Avalos. Un genio. Unico. Inigualable.

Comenzó de director en la Escuela de Bellas Artes en un pabellón del antiguo cuartel de artillería Hernán Cortés

Lo mejor es su figura. Ni una arruga a sus noventa y cuatro años. Si patenta la forma de conservación se convertiría en multimillonario. Carmen Sevilla se pone pinzas. La otra se compra mejunges carísimos. Y las frutas exprimidas se cuecen y machacan en un mortero para suavizar la tez. Juan tiene la fórmula. Que la diga. Que la patente. Pero que lo diga. Hemos pasado grandes momentos. Amigo mío. De mi padre. De Mérida. De España. Del mundo.

En 1975, el gobierno había prometido iluminar Mérida con motivo del bimilenario. Nada. Ni Caso. Un potente reflector en el teatro romano que consiguió María del Coro Millán, delegada de la Vivienda, y que tiene una de las avenidas más importantes de Nueva Ciudad. Nuestro escultor Juan de Avalos, con algunos concejales, entre los que se encontraba Pedro José Aránguez Gil y un servidor, para servir a Dios y a usted, recorrimos en manifestación las calles de Mérida con unas antorchas improvisadas. Tengo fotos. Y entrevistas. Y ganas de recordar. Entonces una manifestación era pecado mortal.Ibas al infierno. O a Carabanchel. Juan ha hecho muchas cosas buenas, como sólo los genios saben. Nos llamamos para saber de ambos algo en algún momento. Y me alegro. Los Rotary Club han acertado. Mejor. Esta noche es para Juan. Nuestro paisano. Tengo muchas cosas de Juan. Lo mejor: su amistad.