No es fácil la papeleta que tiene el presidente de la Unión Deportiva Mérida, Francisco García.

Las cosas no van bien. En fútbol, cuando las cosas se tuercen, se busca el culpable. Es así. Siempre. Y se ha hecho antes. Se hace ahora. Seguirá en el futuro. Paco lo va a pasar mal.

Vienen dos empresarios maños y se hace cargo del club. Así, como suena. Han comprado su deuda. Debe ser con vista a largo plazo. A corto ya sabe lo que tiene.

El problema del Mérida no es solo económico, es de fe. En el futbol hay que tener mucha fe. Saber a que se juega y con quien se juega. Y ante todo: vocación.

Pepe Fouto, ex presidente del Mérida, que llevó al club a las cotas más altas que un equipo modesto se pueda imaginar, inspira fe, sabe de fútbol y tiene vocación. Le encanta ir a ver partidos de infantiles, juveniles y profesionales.

Su sapiencia futbolística ha calado en alguno de sus hijos y ya tiene dos que le siguen: uno como periodista en la Cadena Cope de Madrid, Isaac Fouto Galván, y su hermano José, que ha terminado la carrera de Derecho en Cáceres y está loco por seguir los pasos de su padre, que éste,-Pepe-, aunque no quiere entrar al trapo estaría a su lado, le aconsejaría y tomaría el teléfono para llamar a los muchos amigos que tiene en este deporte y que le ayudarían con sólo pedirlo y sin coste alguno.

Paco García es una buena persona, pero en fútbol los buenos, o se endurecen o se los comen.

Hay situaciones graves que enferman al Mérida y que de no atajarse de forma inmediata desaparecerá del mapa y después de todos los sacrificios hechos, como el dinero que han puestos algunos, se quedará en la más absoluta de la miseria deportiva.

Los maños traen buenas intenciones. Falta les va ha hacer, pero, de verdad, aquí, como suena, hasta que no vuelva Fouto la afición no responderá a ninguna llamada. Me gustaría equivocarme. Le deseamos lo mejor a los nuevos propietarios del equipo de fútbol del Mérida.